Un Beneficio del Temor Santo

David Wilkerson (1931-2011)

He visto a hombres poderosamente usados ​​por el Espíritu que luego fueron puestos en el estante por Dios. El Señor les dijo: “Lo siento, hijo. te amo. Te perdono. Mi misericordia vendrá por ti, pero no puedo usarte en este momento”.

Para mí, esta es una de las cosas más terribles que podrían pasar. Le sucedió a Saúl, el rey de Israel. “Samuel dijo a Saúl: Locamente has hecho; no guardaste el mandamiento de Jehová tu Dios que él te había ordenado; pues ahora Jehová hubiera confirmado tu reino sobre Israel para siempre. Mas ahora tu reino no será duradero…” (1 Samuel 13:13-14). ¡Qué tristes palabras!

Dios le dijo al rey: “Saul, podrías haber tenido mi bendición en tu vida continuamente. Yo tenía grandes planes para ti, pero no quisiste lidiar con tu pecado. Te amargaste y tu corazón se endureció”. Ese es el resultado final cuando continúas en pecado. Te vuelves estéril e infructuoso.

La Palabra declara: “El temor de Jehová es manantial de vida para apartarse de los lazos de la muerte” (Proverbios 14:27). Los que deseen andar en el temor de Dios pronto serán guiados a la revelación plena de las promesas y provisiones que Dios ha puesto a nuestra disposición.

Quizás Dios está tratando contigo sobre tu pecado ahora mismo. Él ha lanzado sus flechas de convicción en tu corazón. ¡No entres en pánico! Eso es un regalo de Dios. Él está plantando su poder divino en ti, enseñándote: “Solo a través del santo temor te apartarás de tu pecado”.

¿Qué significa exactamente andar en el temor del Señor? En resumen, significa recordarte a ti mismo sus advertencias. Significa permitir que el Espíritu Santo saque a la luz tus pecados para que los reconozcas y eches fuera. Al hacer esto, él está poniendo el cimiento para cumplir cada una de las promesas que Dios te ha hecho.

El libro de Hechos nos dice: “Entonces las iglesias tenían paz por toda Judea, Galilea y Samaria; y eran edificadas, andando en el temor del Señor, y se acrecentaban fortalecidas por el Espíritu Santo” (Hechos 9:31). ¿Ves el punto del escritor aquí? Mientras estos cristianos del primer siglo andaban en el temor de Dios, ellos recibían el consuelo del Espíritu Santo. Nosotros podemos conocer el mismo consuelo también.