Un Amor Vencedor del Cielo

David Wilkerson (1931-2011)

“Le has salido al encuentro con bendiciones de bien; corona de oro fino has puesto sobre su cabeza” (Salmos 21:3). A primera vista, este verso de David es un poco desconcertante. La frase “salir al encuentro" generalmente se asocia con un obstáculo, sin embargo, la frase bíblica para “salir al encuentro" tiene un significado completamente diferente. Significa “anticipar, preceder, prever y cumplir por adelantado, pagar una deuda antes de su vencimiento”. Además, en casi todos los casos, implica algo de placer.

Isaías nos da una idea de este tipo de placer. Viene de Dios anticipando una necesidad y satisfaciéndola antes de tiempo. “Y antes que clamen, responderé yo; mientras aún hablan, yo habré oído” (Isaías 65:24).

Este versículo nos brinda una imagen increíble del amor de nuestro Señor por nosotros. Evidentemente, él está tan ansioso por bendecirnos, tan listo para cumplir su bondad amorosa en nuestras vidas, que ni siquiera puede esperar a que le digamos nuestras necesidades. Así que él salta y realiza actos de misericordia, gracia y amor hacia nosotros. Eso es un placer supremo para él.

David esencialmente estaba diciendo en el Salmo 21: “Señor, derramas bendiciones y bondad amorosa sobre mí antes de que yo pueda pedirlo. Tú ofreces más de lo que yo podría concebir pedir”. David se refiere a una obra asombrosa que Dios realizó para él en el ámbito espiritual. Es algo que le dio a David la victoria sobre sus enemigos, respuestas a la oración, poder vencedor y gozo inefable. Una vez que David derramó su corazón, descubrió que Dios ya había hecho provisión para derrotar a sus enemigos.

David se aferró a estas promesas, y lo primero que hizo fue quitar la vista del enemigo que se aproximaba. Ahora ya no estaba llorando por estar en problemas, tratando de comprender por qué había llegado la lucha. En cambio, se gozó de la revelación de la bondad amorosa de Dios: “Me sacó a lugar espacioso; me libró, porque se agradó de mí” (Salmos 18:19).

Esto es lo que Dios quiere para cada uno de sus hijos cuando el enemigo venga sobre nosotros como una inundación. El Señor nos “sale al encuentro” con su amor. En otras palabras, nos dice: “Tú puedes estar herido, pero yo ya te he hecho victorioso”.