Cuando nuestro amor está alineado con la Palabra de Dios, cuando aceptamos su amor por nosotros y nos amamos unos a otros sin condiciones, vivimos sin temor. Podemos vivir en el aquí y ahora y presentarnos ante él con confianza en el día del juicio.
Cuando todo el temor se ha ido, estamos en perfecto amor. Escucha estas palabras cantadas por David: “Alabanza y magnificencia delante de él; poder y alegría en su morada” (1 Crónicas 16:27). La raíz de la palabra “alegría” en el Antiguo Testamento significa “saltar de alegría” y disfrutar la plenitud del amor perfecto.
En este momento, el mundo se está ahogando en el temor. La humanidad tiembla por el calentamiento global, terrorismo, guerras, economías inestables, asesinatos en masa, el caos político y la adicción generalizada a las drogas, el alcohol y la pornografía. ¿Cómo podemos tener algún impacto para Cristo si estamos atormentados con el mismo espíritu de temor que tiene el mundo? ¿Qué tipo de esperanza podemos ofrecer, de hecho, qué tipo de evangelio predicamos, si éste no nos cambia y nos libra del temor?
Dios trajo el Nuevo Pacto para asegurar a su iglesia su amor y el perdón total de los pecados. Con gozo, él reveló su deleite en nosotros para que pudiéramos sentir su corazón de amor y vivir nuestros días sin temor. “Y los redimidos de Jehová volverán, y vendrán a Sion con alegría; y gozo perpetuo será sobre sus cabezas; y tendrán gozo y alegría, y huirán la tristeza y el gemido” (Isaías 35:10). “Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?... Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón; aunque contra mí se levante guerra, yo estaré confiado” (Salmos 27:1, 3).
Es hora de que el pueblo de Dios ponga todo en sus manos. Te insto a que dejes de intentar pensar en tu manera de salir del problema. En cambio, descansa en el poder de la Palabra de Dios. Deja que el Señor ponga alegría en ti hoy. Tu corazón alegre alentará a todos los que están temerosos a tu alrededor. “Te abrirá Jehová su buen tesoro, el cielo, para enviar la lluvia a tu tierra en su tiempo, y para bendecir toda obra de tus manos” (Deuteronomio 28:12).