Siendo Honestos con Dios – Parte 1

David Wilkerson (1931-2011)

Desesperado, David clamó: “Señor, oye mi voz; estén atentos tus oídos a la voz de mi súplica” (Salmos 130:2). Esto me suena como la súplica de un moribundo. Obviamente, David no solo estaba pronunciando "oraciones concienzudas". Él estaba boca abajo en el suelo, quebrantado, contrito, suplicando desde lo más profundo de su corazón: “¡Oh santo Dios Jehová, tienes que oír mi clamor! No puedo seguir más. Mi pecado está siempre delante de mí, y me estoy hundiendo en miedo y pavor. Por favor, Dios, ten piedad de mí”.

David sabía que su alma necesitaba una liberación, y se volvió solo a Dios para encontrar esa liberación. Él concluyó: “Estoy en una condición tan desesperada, solo el Señor puede ayudarme ahora. No puedo confiar en consejeros, amigos, incluso familiares. Mi única esperanza está en la oración, así que voy a clamar día y noche hasta que Dios escuche mi súplica”.

¿Alguna vez has estado tan desesperado como David? ¿Te has encerrado con el Señor, postrándote sobre tu rostro y clamando a él? La oración aburrida, tranquila y perezosa no logrará nada. Si no estás descargando tu alma a Dios, realmente no quieres sanidad; quieres salir de la incomodidad o culpa. David testificó: “Estoy debilitado y molido en gran manera; gimo a causa de la conmoción de mi corazón” (Salmos 38:8). Tienes que clamar, como lo hizo David: “¡Señor, escucha mi súplica! ¡No te dejaré ir hasta que respondas!”

“Los ojos de Jehová están sobre los justos, y atentos sus oídos al clamor de ellos” (Salmos 34:15). “Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; y salva a los contritos de espíritu” (Salmos 34:18). Sus ojos están sobre nosotros... sus oídos están abiertos... él está cerca... ¡él nos salva!

Podemos derramar nuestro corazón a Dios con total abandono. “La oración eficaz del justo puede mucho” (Santiago 5:16). Clama a él. Él está oyendo ansiosamente tu voz.