Aprovechando el Propósito de Dios para Nosotros

Gary Wilkerson

Cuando tenía seis años, escuché a mi papá predicar. Probablemente había 7.000 personas reunidas, casi todos adolescentes; se llamaba “El Movimiento de Jesús” en los Estados Unidos. Eran hippies de pelo largo, pandilleros y drogadictos; y llenaron esta arena. Al final de su sermón, mi papá dio una invitación para venir a Cristo y deshacerte de todos tus caminos necios y malvados.

La gente empezó a tirar marihuana, bolsas de heroína, agujas e incluso pistolas en el estrado. Gritaban cosas como “¡Quiero que mi vida cambie!"

Nunca olvidaré ver eso y decirme a mí mismo: “Así es como quiero pasar mi vida, viendo el poder del Espíritu Santo transformar vidas. Quiero ser testigo de cómo Dios rompe cadenas y libera los corazones de las personas de las adicciones y los pecados”. Incluso a esa edad, me di cuenta de que Jesús podía liberar a las personas. Me hizo querer pasar mi vida ayudando a la gente y verlos realizar la promesa de Cristo cuando dijo: “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10).

Ahora bien, puede ser que tú no estés en drogas. Puede que no estés en una pandilla. Puede que no seas un alcohólico o un adicto a la heroína, pero hay cosas que te impiden tener la vida plena y abundante que Dios promete a sus hijos. La Escritura dice: “El deseo cumplido regocija el alma; pero apartarse del mal es abominación a los necios. El que anda con sabios, sabio será; mas el que se junta con necios será quebrantado” (Proverbios 13:19-20).

Es agradable ver que los sueños se hacen realidad, pero los necios se niegan a apartarse de los caminos que les impiden heredar todas las cosas que Dios tiene para ellos. Entonces, ¿cómo nos damos cuenta de la plenitud de Dios en nuestras vidas y andamos en ella?

Disciplina. Debes buscar consistentemente el corazón de Dios y oír constantemente su voz. No caigas en malas juntas con gente que te aleja del llamado de Dios. Debes estar dispuesto a comprometerte con tu llamado, incluso cuando tus emociones estén bajas o tus intentos hayan fallado. Lleva a cabo las intenciones de Dios para ti, su propósito creado para tu vida.