El Secreto de la Presencia de Dios

David Wilkerson (1931-2011)

En el Salmo 31, David nos introduce a la frase “lo secreto de tu presencia”. Él escribe: “¡Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen, que has mostrado a los que esperan en ti, delante de los hijos de los hombres! En lo secreto de tu presencia los esconderás de la conspiración del hombre; los pondrás en un tabernáculo a cubierto de contención de lenguas” (Salmos 31:19-20).

David está diciendo algo muy profundo aquí. En el Antiguo Testamento, la presencia del Señor estaba asociada con el arca. Israel creía que dondequiera que estuviera el arca, la presencia de Dios estaba allí, así que dondequiera que viajara el pueblo, llevaban el arca con ellos. Vemos un ejemplo de esta fe con respecto a la presencia del Señor con el arca en 1 Samuel 4.

El diablo teme mucho la presencia del Señor en nuestras vidas. Él tiembla ante el solo pensamiento de que un creyente se acerque a Cristo. Cuando sus hordas demoníacas te ven orando cada día en la presencia de tu Padre celestial, todo el infierno clama: “Dios está con este creyente. Este tiene la presencia divina. ¿Qué podemos hacer contra tal persona?”

Es por eso que Satanás hará todo lo que esté a su alcance para robarte la presencia del Señor en tu vida. Es por eso que él quiere hundir tu alma en la duda y el temor. Quiere que te quedes sin fuerzas y usará todo lo que pueda, incluso cosas "buenas", para evitar que pases tiempo a solas con Jesús. Él sabe que tu tiempo con Cristo te hace victorioso sobre los temores y las ansiedades de este siglo.

La Palabra de Dios nos dice que podemos orar sin cesar. Esta es una oración sin palabras, en cualquier lugar y en cualquier momento. He llegado a creer que mis oraciones más importantes son esos silenciosos susurros de acción de gracias que le ofrezco durante todo el día. Esto me mantiene en constante conciencia del Espíritu.

Toda verdadera fuerza proviene de acercarse al Señor. La medida de nuestra fuerza es proporcional a nuestra cercanía a él. Toda la fuerza que vamos a necesitar vendrá solo a través de nuestra vida secreta de oración. Si tan solo nos acercamos a Cristo, él se acercará a nosotros, dándonos una nueva provisión de fuerza diaria. ¡Este es el secreto de su presencia!