Sanidad de la Adicción a la Aprobación

Gary Wilkerson

Nos hemos convertido en una sociedad de personas que anhelan aprobación. Lamentablemente, esta dependencia de validación externa para nuestro éxito también existe dentro de la iglesia. Hablo con pastores de todo el mundo. Yo mismo, como pastor, sé que tenemos un gran problema con esto. “Si la iglesia llega a 500 o 1000, cuando estemos en el nuevo local, cuando tengamos el presupuesto, entonces seré exitoso y feliz”. Los laicos tienen el mismo problema. La vida se ha convertido en tan solo los aspectos externos.

Ahora existe un desorden informalmente llamado validación de las redes sociales. Las personas se deprimen porque comparan sus seguidores con los de otra persona, o tienen un falso sentido de orgullo por tener más seguidores que sus amigos. Estos son pecados relacionales de medir nuestro valor por la aprobación de los demás. Ese hambre insaciable se alimenta de la necesidad de reparar heridas internas. Decimos: “Estoy quebrado y la validación externa me arreglará”.

Sin embargo, lo que verdaderamente satisface nuestras necesidades es la santidad, vivir en una relación amorosa con Dios y con otras personas. Para que eso suceda, debemos reconstruir nuestras vidas sobre nuestra relación con nuestro Creador. Debemos trasladar la casa de la arena a la roca y redefinir el sentido de la vida. La vida es amor, no fama, generosidad, no vanidad ni poder. No son los ´me gusta´ de Facebook; es vivir en amistad e intimidad con las personas que nos importan.

Cuando las personas buscan ayuda profesional con la drogadicción, primero se las envía a pasar desintoxicación. Las drogas han provocado que sus cerebros liberen demasiada dopamina, lo que les da una sensación de enorme bienestar. Se han vuelto adictos a esa sensación de elevación y han puesto en riesgo su salud y su vida.

Los estudios muestran que lo mismo sucede con las redes sociales. Cuando recibimos ´Me gusta´ en una publicación, nuestro cerebro recibe un golpe de dopamina e inmediatamente queremos más. En consecuencia, al igual que con otras adicciones, cuando estamos enganchados a la validación externa, necesitamos pasar por una desintoxicación espiritual.

No sucederá de la noche a la mañana. Es un largo viaje de caminar con Dios y aprender a hallar en él nuestro valor. Encontramos verdadero contentamiento cuando aprendemos quién quería que fuéramos, y cuando descubrimos nuestros dones y los usamos para su gloria. Nuestro amoroso Dios nos aprecia y otorga un gran valor a nuestras vidas. Él quiere que disfrutemos verdaderamente el viaje.