Rompiendo las Cadenas de una Maldición

Gary Wilkerson

En el capítulo 34 de Génesis, vemos los eventos en la familia de Jacob y sus 12 hijos, quienes eventualmente se conocieron como las 12 tribus de Israel. Leví era uno de los 12 hijos de Jacob y tenía una hermana llamada Dina.

Ahora, Dina fue maltratada hasta el punto de ser violada por algunos hombres en una aldea cercana a donde vivían, por lo que Leví y Simeón entraron en esta aldea y llevaron a cabo una venganza asesina. Cuando regresaron, Jacob estaba muy frustrado con ellos. Unos capítulos después, Jacob ya estaba muriendo. La tradición en esos días era que reunías a tus hijos y les pronunciabas una bendición al final de tu vida.

Aquí estaban sus 12 hijos y él pronunció 10 bendiciones. En lugar de bendecir a Leví y Simeón, dijo: “Maldito su furor, que fue fiero; y su ira, que fue dura. Yo los apartaré en Jacob, y los esparciré en Israel” (Génesis 49:7). No puedo evitar imaginar que su padre realmente afectó sus vidas; y así parece ser evidente en las Escrituras. La Biblia no menciona la tribu de Leví o Simeón muy a menudo en los siguientes doscientos años.

Finalmente, encontramos la tribu de Levi mencionada nuevamente. Moisés subió a la cima de la montaña, Dios recibió los Diez Mandamientos, luego Moisés volvió a bajar de ese monte solo para ver que Israel había hecho este ídolo de un becerro de oro. Ellos estaban bailando, festejando y adorándolo. A Moisés le impactó esto y cuán a la ligera tomaron las cosas de Dios. “Se puso Moisés a la puerta del campamento, y dijo: ¿Quién está por Jehová? Júntese conmigo. Y se juntaron con él todos los hijos de Leví” (Éxodo 32:26).

Las personas de la tribu de Levi fueron las primeras en salir de la mundanalidad y se pusieron en el lado del líder elegido por Dios y de la ley.

¿Saben lo que les dijo Moisés por inspiración del Espíritu Santo? “Hoy os habéis consagrado a Jehová, pues cada uno se ha consagrado en su hijo y en su hermano, para que él dé bendición hoy sobre vosotros” (Éxodo 32:29).

Dios convirtió a los levitas en una tribu dedicada de sacerdotes para servirle en su templo. Dios puede romper las maldiciones y el dolor generacionales. Entra en una relación con él e inclínate ante su verdad y él transformará cualquier cosa.