El Poder de la Palabra de un Padre

Gary Wilkerson

Recientemente estaba leyendo una historia sobre una familia en Madrid, España. El padre había tenido un fuerte conflicto con su hijo adolescente. En su relación, estaban chocando todo el tiempo, pero el muchacho dijo algunas cosas realmente horribles y había tomado decisiones que hacían imposible que pudiera quedarse en casa. En el último minuto, el padre trató de suplicarle que se quedara, pero él no quiso.

Es la historia de esta relación horriblemente quebrada. El padre fue por toda España en busca de su hijo, luego se enteró de que el muchacho podría estar en Madrid, por lo que el padre se fue a Madrid. Sin embargo, la ciudad es enorme, por lo que no pudo encontrar a su hijo por ningún lado. Él decidió hacer un último esfuerzo. Puso un anuncio en el periódico que decía: “Paco, soy tu padre. Te amo. Todo está perdonado. Ven a casa”. Él añadió que esperaría en la entrada de la estación de noticias dos días después de que se publicara el anuncio.

Envió el anuncio al periódico y luego esperó.

El día señalado, el padre fue a la estación de noticias y se paró en los escalones. Los registros dicen que se presentaron más de 800 jóvenes llamados Paco. Ochocientos jóvenes decían: “Si tan solo mi padre se acercara a mí. Si mi padre dijera que estoy perdonado, si mi padre me llamara, las cosas serían diferentes”.

Quiero pedirles a los padres que leen esto que sean ese tipo de padre. Haz esto antes de que tus hijos se vayan, ¿de acuerdo? Hazles saber que son amados. Hazles saber que estás orgulloso de ellos. Habla palabras de bendición sobre ellos. Para los hombres jóvenes, un padre a menudo habla de su masculinidad y les da un sentido de confianza y poder. Un padre a una hija les da un gran sentido de quiénes son en Cristo y quiénes son en su feminidad.

Este es el corazón de Dios al que señala Pablo: “Habitaré y andaré entre ellos, y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo… Y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso” (2 Corintios 6:16, 18).

Él nos busca; él habla a nuestros corazones la verdad de lo que debemos ser.