Ponte Tu Propia Máscara Primero

Gary Wilkerson

Cuando te subes a un avión y la azafata empieza a dar instrucciones en caso de accidente, ¿qué les dicen a los padres de niños pequeños? Así es. “Si hay un cambio en la presión de la cabina y la máscara de oxígeno cae, colóquese la suya primero”. Por muy egoísta que parezca, hay que hacerlo en ese orden. Hay vidas que pueden depender de ello.

O imagínate esto: ves un edificio en llamas rodeado de bomberos que desenrollan mangueras y colocan escaleras. De repente, ves a uno de ellos subir una escalera hacia el piso superior en llamas, pero no lleva equipo, ni botas, ni máscara, ni abrigo. Sus colegas en el terreno lo llaman frenéticamente para que regrese y se ponga el traje antes de entrar.

 ¿Qué bombero haría esto? Ninguno que yo sepa. Sin su equipo, un bombero y las personas desesperadas en el edificio en llamas están condenados.

Lo creas o no, a menudo caemos en este comportamiento peligroso, sólo que de una manera diferente. Intentamos cuidar de las personas cuando no estamos bien equipados para hacerlo. Lo hice yo mismo, con resultados predecibles. ¿Por qué vivimos como si convertirse en padre, líder de una iglesia o cuidador trajera automáticamente superpoderes?

Hablé recientemente con los directores de un ministerio llamado Amor de Padre. Ellos trabajan con niños en riesgo que se encuentran en circunstancias difíciles cuyos niveles de oxígeno espiritual y emocional son peligrosamente bajos. El largo camino hacia una edad adulta saludable aún está por delante y depende de sus cuidadores asegurarse de que estén bien alimentados. Para lograrlo, dicen, los propios cuidadores deben estar en buena forma.

Esto no se puede enfatizar lo suficiente, especialmente ante aquellos que son responsables del bienestar de un joven. Un padre estresado y con exceso de trabajo debe detenerse y tomarse un tiempo, aunque sea en pequeños incrementos, para su propio cuidado. No puedes llevar al niño bajo tu cuidado más allá de donde tú estás.

¿Te sientes lento en mente, cuerpo y espíritu? “Venid a mí”, dice el Señor. Haz que tu prioridad número uno hoy sea pasar tiempo a solas con él. Pídele que te muestre el camino de regreso a la fortaleza y la restauración. Lee el Salmo 23 en voz alta. “En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma” (Salmos 23:2-3). Luego léelo a tus hijos.