Poniéndonos de Pie a Pesar de la Oscuridad

Kelly Wilkerson

¿Cuántos de ustedes han oído hablar de Hulda en la Biblia? Ella exhortó y dio esperanza a los israelitas durante un tramo muy oscuro de la historia. Los malvados reyes extranjeros habían invadido, y los malvados reyes de su propio pueblo habían gobernado la tierra. Algunas formas verdaderamente grotescas de idolatría proliferaban en la sociedad; los niños eran sacrificados a "dioses" demoníacos; se practicaba la nigromancia.

Los dos reyes anteriores en vida de Hulda habían sido increíblemente inmorales. Se dice que uno derramó tanta sangre inocente que "llenó Jerusalén de un extremo a otro" (ver 2 Reyes 21:16), y el otro fue una pesadilla tal que solo gobernó dos años antes de que lo asesinaran sus propios siervos (ver 2 Reyes 21:19-23).

En medio de todo esto, Hulda defendió abiertamente al verdadero Dios.

Cuando la ley de Dios fue hallada en el templo fue después de haber estado perdida por años, posiblemente generaciones. Tan pronto como el nuevo rey se dio cuenta de lo que habían descubierto, inmediatamente supo a quién mandar traer: a Hulda.

“Entonces Hilcías y los del rey fueron a Hulda profetisa… Y ella respondió: Jehová Dios de Israel ha dicho así:… He aquí yo traigo mal sobre este lugar, y sobre los moradores de él, todas las maldiciones que están escritas en el libro que leyeron delante del rey de Judá; por cuanto me han dejado, y han ofrecido sacrificios a dioses ajenos… Mas al rey de Judá, que os ha enviado a consultar a Jehová, así le diréis:… [porque]… te humillaste delante de mí, y rasgaste tus vestidos y lloraste en mi presencia, yo también te he oído, dice Jehová” (2 Crónicas 34:22-27).

Esta mujer proclamó la verdad sin vacilar, reprendió a los que se habían deleitado en el pecado, pero ofreció una segunda oportunidad a los que se habían arrepentido de verdad. Sus palabras le dieron al joven rey que había heredado este reino roto y plagado de pecados tanto la esperanza como la motivación para promulgar la reforma y el avivamiento en su nación.

Cuando estamos dispuestos a defender con valentía la Palabra de Dios, incluso durante años sin ver un cambio positivo, Dios usará esto para su gloria y el beneficio de los demás.