Listos para el Avivamiento

David Wilkerson (1931-2011)

¿Podemos estar listos para el avivamiento si creemos que toda esperanza se ha ido, que hemos perdido nuestro día de gracia por el pecado y no queda nada más que el juicio? No podemos tener fe para un avivamiento hasta que estemos convencidos de que Dios todavía quiere derramar su Espíritu sobre nosotros.

La gente pregunta: “¿Por qué no se ha juzgado a Estados Unidos? ¿Por qué Jesús no ha venido todavía? Es porque aún queda una gran cosecha por delante y Dios está “… no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9)?

Vemos la gran misericordia del Señor en Isaías, donde Dios le ordenó al profeta que le dijera a Judá: “¿Qué es de la carta de repudio de vuestra madre, con la cual yo la repudié? ¿O quiénes son mis acreedores, a quienes yo os he vendido? He aquí que por vuestras maldades sois vendidos, y por vuestras rebeliones fue repudiada vuestra madre. ¿Por qué cuando vine, no hallé a nadie, y cuando llamé, nadie respondió? ¿Acaso se ha acortado mi mano para no redimir? ¿No hay en mí poder para librar?” (Isaías 50:1-2).

Dios ya se había apartado de Israel, entregándoles ”… una carta de repudio” (Jeremías 3:8). Su atención ahora estaba puesta en Judá, un pueblo que lo había engañado y se había alejado. Sin embargo, Dios seguía extendiendo su mano; fue a Judá para ver la carta de repudio (ver Isaías 50:1). Él estaba diciendo: “¡Muéstrame tus papeles de divorcio! Demuestra que alguna vez te rechacé. Te alejaste de mí. No hice nada para herirte o lastimarte. Te he amado todo el tiempo”. 

Esto es lo que veo que Dios hace con nosotros. Él está diciendo: “Muéstrame que me alejé de ti. Todavía no he quitado mi Espíritu Santo. ¡Más bien, todavía estoy obrando en cada nación, todavía cortejándote, llamándote y viniendo a ti!”

El Señor está hablando esto en los púlpitos de todo Estados Unidos y, de hecho, de todo el mundo. Lo está hablando a través de hombres y mujeres piadosos que dedican un tiempo precioso a buscarlo. Él nos está llamando a volver al arrepentimiento, a volver a su propio corazón. Debemos comprender que todavía hay tiempo, todavía hay esperanza, y que mientras oramos, el Espíritu está obrando en todos los niveles de la sociedad, llamando y atrayendo a las personas hacia él.