El Lenguaje de la Revolución

David Wilkerson (1931-2011)

“Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; mas la lengua de los sabios es medicina” (Proverbios 12:18).

 

Con grandes e hinchadas palabras los revolucionarios hablan.

Como el traspaso de una espada, azotan con la lengua.

Establecieron el orden del día.

Un hombre malvado desentierra el mal y en sus labios hay fuego ardiente,

El fuego insaciable del infierno.

Pero el impío será atrapado por la transgresión de sus propios labios.

El que guarda su boca, salva su vida, pero el que abre mucho la boca tendrá destrucción.

Porque los justos odian los labios mentirosos y labios que no tienen curación.

La lámpara de los impíos será apagada y sus labios sellados;

Por lenguaje perverso será derrocado y la lengua de los sabios enviará salud.

 

"La lengua de los sabios es medicina ". El rey Salomón sabía de qué estaba hablando cuando escribió estas palabras; su reinado de 40 años fue una época de paz y prosperidad sin precedentes. Las palabras no suenan muy revolucionarias, pero cambian el mundo más de lo que puedas imaginar.

Salomón disfrutó del favor de Dios porque buscó la sabiduría de Dios, no la suya propia. La revolución de la paz durante su reinado se debió a las palabras que surgieron de esa sabiduría, y la gente en su vasta esfera de influencia actuó en consecuencia. Había aprendido bien esta lección de su padre David, quien había orado: “Pon guarda a mi boca, oh Jehová; guarda la puerta de mis labios” (Salmos 141:3).

Salomón no sólo quería ser amable y bueno; ¡Quería sabiduría! Quería que su pueblo sintiera la seguridad de la verdad y la justicia. Le apasionaba que escucharan las palabras de un Dios amoroso a través de su liderazgo, las palabras de alguien que entendía los deseos de su corazón y que se preocupaba por ellos sin medida. Tenía la intención de enseñar a su pueblo cómo vivir una vida de valor y servicio.

¡Señor, busco tu sabiduría! Restablece mis pensamientos, mi corazón, mis acciones para que estén en armonía con los tuyos. Que mis palabras traigan paz, orden y buena salud a las vidas en las que influyo.