La Fuerza del Señor

David Wilkerson (1931-2011)

El Espíritu Santo me impulsó a leer Éxodo 12, que contiene el relato de la liberación de Israel de Egipto.

En la puerta de cada hogar israelita, la sangre de un cordero era puesta en los dos postes y el dintel. Esto fue para proteger al pueblo de Dios del paso del ángel de la muerte. Cuando llegó el día, una multitud de israelitas salió del cautiverio, como 600,000 hombres más mujeres y niños. “Todas las huestes de Jehová salieron de la tierra de Egipto” (Éxodo 12:41).

En el siguiente capítulo, me detuve en el versículo que dice: “Tened memoria de este día, en el cual habéis salido de Egipto, de la casa de servidumbre, pues Jehová os ha sacado de aquí con mano fuerte” (Éxodo 13:3). ¡El pueblo de Dios fue librado solo por la fuerza del Señor!

David declara: “Dios es el que me ciñe de fuerza, y quien despeja mi camino… Envió desde lo alto y me tomó; me sacó de las muchas aguas. Me libró de poderoso enemigo, y de los que me aborrecían, aunque eran más fuertes que yo…. En cuanto a Dios, perfecto es su camino, y acrisolada la palabra de Jehová. Escudo es a todos los que en él esperan” (2 Samuel 22:33,17-18, 31).

Nuestra fe y nuestra fuerza pueden debilitarse, pero en nuestros momentos de debilidad, Dios nos ha dado maravillosas promesas para renovarnos y fortalecernos.

  • • “Los arcos de los fuertes fueron quebrados” (1 Samuel 2:4).

  • • “Jehová dará poder a su pueblo; Jehová bendecirá a su pueblo con paz” (Salmos 29:11).

  • • “El Dios de Israel, él da fuerza y vigor a su pueblo. Bendito sea Dios” (Salmos 68:35).

  • • “No me deseches en el tiempo de la vejez; cuando mi fuerza se acabare… Vendré a los hechos poderosos de Jehová el Señor; haré memoria de tu justicia, de la tuya sola” (Salmos 71:9,16).

Amado, ¿crees que nuestro Dios es fuerte? Si es fuerte, ningún poder puede resistir ante él. Por lo tanto, encomiéndalo todo en su poderosa mano de fuerza y poder. Él hará un camino. Sobre todo, cree en esta palabra: “El día que clamé, me respondiste; me fortaleciste con vigor en mi alma” (Salmos 138:3).

Dios te ama y te bendice.