Conociendo el Llamado de Dios para Nosotros

Gary Wilkerson

Desde muy joven, viajaba con mi papá cuando predicaba por todo el país. Este fue el tiempo del movimiento de Jesús justo después de los años 60. Había ocurrido la revolución sexual y la guerra de Vietnam, y había tal crisis entre los jóvenes. Vi a todas estas personas que fueron apedreadas en sus mentes; algunos estaban en pandillas, y algunos estaban en drogas serias; pero al oír la Palabra, cientos y cientos de jóvenes darían su vida a Cristo.

Como dije, yo era joven, así que no entendía exactamente lo que estaba pasando, pero sentí el poder del Espíritu Santo para transformar vidas, y hombre, yo me metí por completo. Hasta donde puedo recordar, nunca quise ser futbolista, bombero o policía. Sabía, incluso cuando tenía solo seis años, que iba a ser predicador. A veces ha sido difícil, y a veces he deseado estar haciendo otra cosa, pero en el fondo, siempre he sabido que este es el llamado de Dios en mi vida. También tuve la suerte de tener un padre que me animó a seguir el llamado de Dios y ser yo mismo.

Si estás tratando de ser alguien diferente a lo que Dios te hizo ser o imitar el camino de otra persona, esto te devorará por dentro. He visto esto muchas veces en el ministerio, particularmente en la relación padre-hijo. He visto a muchos de los hijos tratar de ser una copia al carbón de sus padres.

Esto ignora la verdad de las Escrituras cuando dice: “Porque a este es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas. Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere” (1 Corintios 12:8-11).

Realmente, yo creo que estarás satisfecho en tu trabajo cuando estés haciendo lo que Dios te ha llamado a hacer. En lugar de esforzarte por ser otra cosa, ora: “Gracias, Jesús, por darme estos dones y permitirme usarlos para bendecir a otros”.