Los Propósitos de Dios para la Victoria Contra Nuestros Enemigos

David Wilkerson (1931-2011)

En 2 Reyes, leemos sobre el ejército sirio que asediaba la ciudad de Samaria. Los sirios simplemente acamparon fuera de la ciudad, esperando que los samaritanos murieran de hambre. Las condiciones se volvieron tan desesperadas que las mujeres estaban ofreciendo a sus hijos para que fueran hervidos como alimento. Fue pura locura (ver 2 Reyes 6:24-33).

Cuatro leprosos que vivían junto a las puertas de la ciudad finalmente se dijeron a sí mismos: ”¿Para qué nos estamos aquí hasta que muramos?… Vamos, pues, ahora, y pasemos al campamento de los sirios; si ellos nos dieren la vida, viviremos; y si nos dieren la muerte, moriremos” (2 Reyes 7:3-4). Había tanta desesperación. No vieron ninguna salida a través de esta prueba. No creyeron en la palabra de Dios de que los salvaría, por lo que estaban dispuestos a entregarse a sus enemigos.

Cuando llegaron al campamento sirio, todo estaba mortalmente callado. Ellos registraron todas las tiendas, pero todos se habían ido. La Escritura explica: “Porque Jehová había hecho que en el campamento de los sirios se oyese estruendo de carros, ruido de caballos, y estrépito de gran ejército… Y así se levantaron y huyeron al anochecer, abandonando sus tiendas, sus caballos, sus asnos, y el campamento como estaba; y habían huido para salvar sus vidas” (2 Reyes 7:6–7).

Cuando los leprosos se dieron cuenta de esto, recorrieron el campamento comiendo y bebiendo y luego comenzaron a esconder los grandes tesoros que Dios les había proporcionado.

“Luego se dijeron el uno al otro: No estamos haciendo bien. Hoy es día de buena nueva, y nosotros callamos; y si esperamos hasta el amanecer, nos alcanzará nuestra maldad… Vinieron, pues, y gritaron a los guardas de la puerta de la ciudad… ” (2 Reyes 7:9-10). El Señor había cambiado toda la situación y le había dado recursos para restaurar y refrescar a su pueblo. Fue una victoria enorme, pero no estaba destinada a tocar solo a unas pocas personas. Estas bendiciones estaban destinadas a ser compartidas.

A los que son el pueblo del Señor se les promete una victoria gloriosa sobre el enemigo, pero la obra de Dios en favor nuestro no debe acabar con nosotros. Dios quiere que sepas: “Voy a hacerte más que un vencedor. Estoy trabajando en un propósito aún mayor en ti para mi reino. Tú estás destinado a llevar mis bendiciones a innumerables personas que están bajo la sombra de la desesperación y la muerte. ¡Les traerás buenas noticias!”