Dios Va Más Allá de lo Que es Justo

Tim Dilena

Inevitablemente, cuando alguien conocido muere, me preguntan: "¿Crees que esa persona está en el cielo?" Antes de responder, siempre pienso en John Newton, el ex capitán de un barco de esclavos del siglo XVIII que se convirtió en abolicionista y clérigo. Él dijo: “Si alguna vez llego al cielo, espero encontrar tres maravillas allí: primero, encontrarme con algunas que no había pensado ver allí; segundo, no encontrar a algunos que esperaba ver allí; y tercero, la mayor maravilla de todas, encontrarme yo allí”.

Jesús comparó el reino de los cielos con el dueño de una viña que contrató trabajadores temprano en la mañana y acordó pagarles una cierta cantidad de dinero, un denario, por el salario de su día.

Hacia media mañana, el dueño de la viña vio a otros que merodeaban por la plaza del mercado, así que les ofreció trabajo y les fijó un salario para cuidar su viña. Reunió a más trabajadores al mediodía, a media tarde y temprano en la noche, ofreciendo el mismo trabajo por un salario fijo.

A la hora de la salida, el dueño ordenó a su capataz que convocara a los obreros, comenzando por el último grupo, y les pagara sus salarios. Cada grupo recibió un denario. Cuando el capataz convocó al primer grupo que había trabajado todo el día, creían que recibirían más porque habían trabajado más tiempo. Y, sin embargo, el capataz entregó a cada persona un denario. Los hombres del primer grupo se quejaron con el dueño, diciendo que no era justo… pero el dueño respondió: “¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío? ¿O tienes tú envidia, porque yo soy bueno?” (Mateo 20:15).

Jesús terminó esta parábola diciendo: “Así, los primeros serán postreros, y los postreros, primeros” (Mateo 20:16). Yo nací de nuevo a una edad muy temprana, entonces soy parte de ese primer grupo de trabajadores de los que habló Jesús. Un día, mi pago será el cielo y la vida eterna.

Otros son parte del último grupo, lo que yo llamo la persona de la hora undécima. No trabajarán tanto como yo y otros, pero este es su pago: el cielo y la vida eterna. Has trabajado duro, vivido una buena vida, seguido todas las reglas, entonces, ¿cómo es justo que un tipo que vivió una vida terrible obtenga la misma recompensa cuando busca el perdón en los momentos de su muerte? Jesús explica que la recompensa se da porque Dios es generoso.

Este devocional es un extracto tomado del libro de Tim Dilena: “The 360 Journey”. Puedes encontrarlo en la librería de World Challenge.