La Gloria de la Liberación de Dios

Gary Wilkerson

Un mensaje que no es aceptable en muchas iglesias americanas hoy en día es que los creyentes a veces pueden decir: “Estoy tan cargado que casi no tengo fuerzas para vivir”. Sin embargo, esta es una realidad en algunos cristianos muy piadosos. ¿Por qué no debería serlo? Servimos a un Dios que libera a los cautivos y alivia a los que están muy cargados.

El apóstol Pablo escribió abiertamente acerca de sus cargas que caían en esta categoría. “Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos; el cual nos libró, y nos libra, y en quien esperamos que aún nos librará, de tan gran muerte; cooperando también vosotros a favor nuestro con la oración, para que por muchas personas sean dadas gracias a favor nuestro por el don concedido a nosotros por medio de muchos” (2 Corintios 1:9-11).

Básicamente, Pablo está diciendo: “En el pasado tuve un problema. Tengo un problema hoy y lo tendré más tarde”. Para el creyente de hoy, esto es casi una predicción de que habrá eventos y luchas en las que debemos depender de la liberación divina. Esto es contrario a mucho de lo que se dice en la iglesia hoy. La gente dice cosas como “No tengo un problema ahora y nunca lo tendré. Yo “confieso” que nunca estaré enfermo en necesidad económica”.

Esta posición no solo no es bíblica, sino que si creemos eso, nos estamos perdiendo la liberación de Dios. Nos estamos perdiendo la poderosa gloria de Dios que nos hará libres. Son las cosas de las que soy librado, de dónde vengo, lo que Dios ha hecho por mí lo que produce que yo me regocije más.

Pablo fue librado de un modo de vida farisaico en el que perseguía y mataba a otras personas. Él pasó de odiar a Cristo a convertirse en un amante del corazón y la mente del Salvador. Dios puede darte el don de mirar hacia atrás en tu pasado y poder decir con Pablo: “Él me ha librado”. No te alejes de las dificultades. Aquí es donde nuestro Padre se encuentra con nosotros y gloriosamente revela su habilidad como libertador. Dios es poderoso para librarnos y darnos libertad, y él se gloriará a sí mismo a través de nuestra liberación. ¡Amén!