Fruto de una Vida de Oración

David Wilkerson (1931-2011)

Para ser miembro de la verdadera iglesia de Dios, debes ser conocido por el nombre de Jehová Shammah: “El Señor está allí” (ver Ezequiel 48:35). Los demás deben ser capaces de decir acerca de ti: “Es claro para mí que el Señor está con esta persona. Cada vez que lo veo, siento la presencia de Jesús. Su vida verdaderamente refleja la gloria de Dios”.

Si somos honestos, debemos admitir que no sentimos la dulce presencia del Señor entre nosotros muy a menudo. ¿Por qué? Los cristianos pasan su tiempo involucrados en buenas actividades religiosas como grupos de oración, estudios bíblicos, ministerios de alcance; y todo eso es muy encomiable, pero muchos de estos mismos cristianos pasan poco o nada de tiempo ministrando al Señor en el lugar secreto de la oración.

La presencia del Señor simplemente no se puede fingir. Esto es cierto ya sea que se aplique a la vida de un individuo o al cuerpo de una iglesia. Cuando hablo de la presencia de Dios, no me refiero a algún tipo de aura espiritual que místicamente rodea a una persona o que desciende en el culto de una iglesia. Más bien, estoy hablando del resultado de un simple pero poderoso andar de fe como Pablo le ordenó a Timoteo. “Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2 Timoteo 1:6-7)

Ya sea que ese espíritu que Pablo mencionó se manifieste en la vida de un cristiano o en toda una congregación, la gente lo nota. Se dicen a sí mismos: “Esta persona ha estado con Jesús” o “Esta congregación realmente cree en lo que predica”.

Se necesita mucho más que un pastor justo para producir una iglesia de Jehová Shammah. Se necesita un pueblo de Dios justo y cerrado. Si un extraño sale de un servicio de la iglesia y dice: "Sentí la presencia de Jesús allí", puedes estar seguro de que no fue solo por la prédica o la adoración. Fue porque una congregación justa ha entrado en la casa de Dios y la gloria del Señor estuvo habitando en medio de ellos.