Esperanza para una Iglesia que Lucha

Tim Dilena

Yo creo que Leonard Ravenhill tenía la mejor definición de avivamiento que he oído. Ravenhill dijo esto: “El avivamiento es cuando Dios se enferma y se cansa tanto de ser mal representado que él mismo aparece”, y yo creo que eso es el avivamiento.

Ahora debemos diferenciar el avivamiento del despertar. Creo que el despertar es lo que sucede cuando el Espíritu se mueve en el mundo; el avivamiento es mucho más difícil porque es cuando Dios tiene que arrancar la comodidad en su iglesia.

Lo que veo en el avivamiento es que Dios vuelve para hacer algo primero en su iglesia. Creo que es cuando Dios vuelve primero a su iglesia para asegurarse de que sea un lugar donde haya una cosecha y la semilla pueda ser arrojada de esa buena tierra. Él está haciendo algo a través de la convicción y la exposición. Creo que es lo que hemos visto suceder interdenominacionalmente. Vemos esto sucediendo por todas partes.

Cuando Dios vuelve a su casa y comienza a limpiarla, es por una razón. Es disciplinaria, pero también es preparación. Cuando de pronto hemos sido golpeados por la noticia de que están ocurriendo atrocidades dentro de ciertas denominaciones y que ciertas personas de alto perfil han caído en pecado o se han revelado en estilos de vida pecaminosos, mi corazón se quebranta por eso. Lamento por esas iglesias y las personas que han resultado heridas en esas situaciones.

Dicho esto, también hay algo en mí que piensa: “Dios, esto no es solo disciplinario. Esta es una preparación porque quieres que esta iglesia sea un lugar para que la gente venga cuando comiences a traer una cosecha de personas”. Esto me recuerda el clamor de Pablo a la iglesia. “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:1-2).

Te diré que; ver esto, aunque a veces me duele el corazón, también me emociona cuando pienso en lo que Dios está haciendo en la iglesia hoy y para lo que nos está preparando. ¡Ven, Señor Jesús, ven pronto!