El Verdadero Significado de la Tierra Prometida

David Wilkerson (1931-2011)

Dios le dio a nuestro antepasado Abraham la tierra de Canaán “en heredad perpetua…” (Génesis 17:8). En hebreo, la palabra ´eterno´ significa interminable. Podrías pensar que Abraham tuvo que regocijarse por esto. Dios prometió a sus descendientes una patria permanente, hasta donde ellos podían ver, y duraría hasta la eternidad. Sin embargo, el Nuevo Testamento nos dice que el mundo será destruido por fuego, quemado completamente dejando de existir, después de lo cual el Señor traerá un cielo y una tierra nuevos.

¿Cómo podría la “heredad perpetua” de Dios para Abraham ser un mero bien inmueble? ¿Cómo podría ser eterno? Dios estaba diciendo que esta tierra prometida simbolizaba un lugar más allá de la tierra. Creo que Abraham sabía esto. La Biblia dice que mientras Abraham andaba por Canaán, siempre se sentía extranjero: “Por la fe habitó como extranjero en la Tierra Prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa” (Hebreos 11:9). El corazón de Abraham anhelaba algo más allá de la tierra misma.

“Esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios” (Hebreos 11:10). Abraham pudo ver el verdadero significado de la bendición de la tierra y se dio cuenta: “Este lugar no es la posesión real. Es solo un sermón ilustrado de la gran bendición por venir”. Abraham captó el verdadero significado de la Tierra Prometida; él sabía que Canaán representaba al Mesías venidero. Jesús mismo nos dice: “Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó” (Juan 8:56).

El Espíritu Santo capacitó a este patriarca para ver a través de los años, hasta el día de Cristo. Él sabía que el significado de su Tierra Prometida significaba un lugar de paz y reposo total, y que este lugar de reposo es el mismo Jesucristo. Así es, el Señor Jesús es nuestra posesión prometida. Somos suyos, pero él también es nuestro. Dios nos invita a obtener nuestra posesión eterna por la fe simple.