El Peligro de la Culpa

David Wilkerson (1931-2011)

La culpa es peligrosa porque destruye la fe. Al enemigo de nuestra alma no le interesa en absoluto convertir a los cristianos en adúlteros, adictos o prostitutas. Sólo le interesa una cosa: convertir a los cristianos en incrédulos. Utiliza los deseos del cuerpo para atar la mente.

Satanás quiere que estés tan aplastado por la culpa que dejes ir tu fe. Él quiere que dudes de la fidelidad de Dios y pienses que a nadie realmente le importa, que vivirás en la miseria y la angustia, que siempre serás un esclavo de tu lujuria, que la santidad de Dios es inalcanzable, que te dejan solo para que resuelvas tus propios problemas, que a Dios ya no le importan tus necesidades y sentimientos. Si puede llevarte al punto de la desesperación y puede inundarte de incredulidad, entonces ha tenido éxito en su misión. Los tres pasos simples hacia el ateísmo son la culpa, la duda y la incredulidad.

La culpa puede devorar la vitalidad espiritual de un cristiano como un cáncer furioso. Hace que una persona pierda el control de la vida; conduce al deseo de abandonar o retirarse de la actividad espiritual; y, finalmente, trae dolor físico y enfermedad. Como el cáncer, la culpa se alimenta a sí misma hasta que toda la vida espiritual desaparece, y el resultado final es debilidad y un sentimiento de vergüenza y fracaso.

La forma de deshacerse de la culpa es deshacerse del pecado, lo cual suena simple, pero no lo es. No te decides simplemente a “soltar” a ese extraño que ha entrado en tu vida. Muchos lo han intentado y han descubierto que no funcionó. No te alejas así de simple de las cosas que atan tu corazón.

La acción más importante que harás en tu vida es la que haces justo después de fallarle a Dios. ¿Creerás las mentiras del acusador y te rendirás en desesperación, o te permitirás recibir el flujo perdonador del amor de Dios?

¿Tienes temor de pedirle perdón porque no estás realmente seguro de querer liberarte de eso que te ata? ¿Quieres al Señor y anhelas en secreto algo que no es tuyo legítimamente? Dios es capaz de responder a la oración sincera, de hacer que tú quieras llevar a cabo su perfecta voluntad. Pídele que te haga querer cumplir su voluntad.