El Corazón de los Profetas

David Wilkerson (1931-2011)

Cuando leo sobre las proezas de los hombres piadosos en el Antiguo Testamento, mi corazón arde. Estos siervos tenían tal carga por la causa del nombre de Dios que hicieron obras poderosas que desconciertan las mentes de la mayoría de los cristianos de hoy.

Estos santos del pasado eran como una roca en su negativa a seguir adelante sin una palabra de Dios. Lloraban y se lamentaban durante días por la apostasía en su casa. Se negaban a comer, beber o lavarse el cuerpo. El profeta Jeremías incluso se acostó en las calles de Jerusalén durante 365 días, advirtiendo continuamente del juicio venidero de Dios.

Me pregunto, ¿de dónde sacaron estos santos la autoridad espiritual y la resistencia para hacer todo lo que hicieron? Eran hombres de un tipo totalmente diferente a los que vemos hoy en la iglesia. Simplemente no puedo relacionarme con ellos y su caminar. Sé que no soy totalmente de su clase. No conozco a un solo cristiano que lo sea.

Esto me preocupa. La Biblia dice que las proezas de estos hombres del Antiguo Testamento fueron registradas como lecciones para nosotros: "Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos" (1 Corintios 10:11). Sus historias están destinadas a mostrarnos cómo conmover el corazón de Dios o cómo llevar a un pueblo corrupto al arrepentimiento.

¿Eran estos santos una raza especial? ¿Eran superhombres con un destino predeterminado, dotados de poderes sobrenaturales desconocidos para nuestra generación?

Para nada. La Biblia declara enfáticamente que nuestros piadosos antepasados eran personas como tú y yo, sujetos a las mismas pasiones de la carne (ver Santiago 5:17). El hecho es que sus ejemplos revelan un patrón a seguir. La Escritura dice: “Porque Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y para cumplirla” (Esdras 7:10). Mucho antes de que Dios pusiera su mano sobre Esdras, este hombre era diligente en escudriñar las Escrituras. Él se dejó examinar por ésta, se dejó lavar y purificar en cuerpo y espíritu. Esdras permitió que las Escrituras prepararan su corazón para cualquier obra que Dios eligiera para él. Por eso el Señor puso su mano sobre Esdras y lo ungió.

Estos hombres permitieron que las Escrituras construyeran un carácter en ellos que hizo que Dios pusiera su mano sobre ellos. Es por eso que los eligió para lograr sus propósitos; y él nos insta a buscar esa misma cualidad de carácter hoy.