Dios Está Dispuesto a Salvar a los Pecadores

David Wilkerson (1931-2011)

El pueblo de Dios en Judá tenía un problema; dudaban de su voluntad y poder para redimir a personas atrincheradas en la apostasía y la idolatría. “Y dijeron: Es en vano; porque en pos de nuestros ídolos iremos, y haremos cada uno el pensamiento de nuestro malvado corazón” (Jeremías 18:12). Judá pensó: “Hemos ido demasiado lejos y no hay vuelta atrás. Hemos dejado al Señor, nos hemos burlado de él, lo hemos dejado de lado y abusado de él. Es demasiado tarde. Ni siquiera Dios puede hacernos volver”.

Después de todos mis años en el ministerio, aún tengo que luchar contra este tipo de pensamiento. Quizás tú sientas lo mismo. Quizás alguien a quien amas sea ateo, mezquino e impío. Te has convencido a ti mismo de que no hay salvación para ellos.

El Señor dijo a Judá: ¿Acaso se ha acortado mi mano para no redimir?” (Isaías 50:2). Acortar significa “cortar”. Dios estaba diciendo: “Dime, ¿me ha cortado el enemigo mi brazo poderoso? ¿He perdido mi poder para salvar? ¡No! Mi brazo poderoso secó el Mar Rojo. Vistió los cielos de oscuridad. Abrió los ojos ciegos. Has visto que yo salvaré al más alejado. Entonces, ¿cómo puedes pensar que he perdido mi poder para redimirte?”

¿Cuándo perdió Dios su poder para salvar al pecador más vil de la tierra? ¿Cuándo perdió su voluntad de liberar a personas perdidas y desesperadas, incluso cuando nadie oraba por ellos? ¿Dios de alguna manera decidiría no salvar a los miembros de tu familia, por quienes has ayunado y orado fielmente? Absolutamente no. Debemos clamarle con fe: “Oh, Señor, tú puedes salvar a Wall Street. Puedes liberar a pecadores y criminales en la ciudad de Nueva York o en Boise, Idaho. Tú puedes redimir a los incrédulos en todas las naciones y puedes salvar a cualquier miembro de mi familia. Tu brazo no es demasiado corto. ¡Tú puedes salvar a cualquiera!”

No creas que le han cortado la mano a Dios. En cambio, créele para lo imposible. Aférrate a una visión de su amor y misericordia, de su poderoso brazo extendido, todopoderoso para salvar. ¡Debemos orar y ser pacientes y él reunirá a nuestros seres queridos, uno a la vez!

“Convertíos, hijos rebeldes, dice Jehová, porque yo soy vuestro esposo; y os tomaré uno de cada ciudad, y dos de cada familia, y os introduciré en Sion” (Jeremías 3:14).