Deseos Legítimos e Ilegítimos

Gary Wilkerson

En Génesis 2, Dios le está hablando a Adán: “Necesitas a alguien adecuado que te ayude. Voy a hacer a alguien para ti. Va a ser justo para ti. Dios trae a todos los animales y dice: “Veamos qué podemos encontrar”. Así que Adán está nombrando a todos los animales. Sin embargo, debes preguntarte, ¿por qué Dios hace esto?

Yo creo que a Adán se le estaba dando una firme realización de sus propios anhelos. Muchos cristianos están confundidos acerca de esto. A menudo pensamos que cualquier anhelo o pasión que tengamos, porque parece brotar de nuestro corazón, es automáticamente malo. Sin embargo, no todos los anhelos que tienes son intrínsecamente incorrectos.

En Génesis, se nos dice que no se halló ayuda idónea para Adán, entonces Dios le saca una costilla y hace una mujer. Adán la ve y dice: “Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; esta será llamada Varona, porque del varón fue tomada” (Génesis 2:23). Cuando las Escrituras dicen 'esto es ahora', el hebreo se puede traducir de varias maneras diferentes; uno estaría en la línea de 'finalmente' o 'ya era hora'. Ha habido este deseo ardiente en el alma de Adán, y Dios finalmente lo llamó para satisfacer este anhelo en su corazón.

Un anhelo legítimo es el que Dios te trae. Un anhelo de culto, de comunidad, de edificar una vida conyugal, de ministerio. Sin embargo, en el momento en que comenzamos a creer que hay satisfacción más allá de Dios, nos metemos en problemas. Tomemos el dinero, por ejemplo. Todo el mundo necesita dinero para pagar sus cuentas y tener un lugar para vivir. Anhelar dinero para poder cuidar con éxito a una familia o vivir de manera responsable no está mal. Si queremos dinero para comprar nuestra seguridad u otras razones egoístas, esto toma una forma ilegítima. Del mismo modo, anhelar una relación no está mal, a menos que lo estés forzando en tu propio poder. Los anhelos pueden corromperse, pero a menudo nacen de algo que Dios habló a nuestros corazones.

Tú y yo fuimos destinados a amar a la gente. Esta no es sólo una historia de matrimonio. Es más amplio que eso. Dios nos creó para estar unos con otros, para amarnos unos a otros, para tener compañerismo, para compartir nuestras vidas unos con otros. Nuestros anhelos egoístas nos fortalecerán o nos separarán de los demás. Nuestros anhelos dados por Dios siempre se basarán en el amor mutuo.