Derrama tu Corazón a Dios

David Wilkerson (1931-2011)

A menudo, la gente nos escribe diciendo: “No tengo con quién hablar, nadie con quien compartir mi carga. Nadie tiene tiempo de escuchar mi clamor. Necesito a alguien con quien pueda derramar mi corazón”.

El rey David estaba rodeado de gente. Estaba casado, tenía una familia numerosa y muchos compañeros a su lado, pero oímos el mismo clamor incluso de David: “¿A quién iré?” Está en nuestra propia naturaleza querer que otro ser humano esté presente, nos oiga y nos aconseje.

Cuando Job se sintió abrumado por sus pruebas, clamó con dolor: “¡Quién me diera quien me oyese!” (Job 31:35). El hizo este clamor mientras estaba sentado frente a sus supuestos amigos que no simpatizaban con los problemas de Job. En lugar de ello, eran mensajeros de desesperación.

En su tristeza, Job se volvió al Señor. “Mas he aquí que en los cielos está mi testigo, y mi testimonio en las alturas. Disputadores son mis amigos; mas ante Dios derramaré mis lágrimas” (Job 16:19-20).

En Salmos, David instó al pueblo de Dios a hacer lo mismo. “Esperad en él en todo tiempo, oh pueblos; derramad delante de él vuestro corazón; Dios es nuestro refugio” (Salmos 62:8) y “Con mi voz clamaré a Jehová; con mi voz pediré a Jehová misericordia. Delante de él expondré mi queja; delante de él manifestaré mi angustia. Cuando mi espíritu se angustiaba dentro de mí, tú conociste mi senda. En el camino en que andaba… Clamé a ti, oh Jehová; dije: Tú eres mi esperanza, y mi porción en la tierra de los vivientes” (Salmos 142:1-5).

Yo creo en mi corazón que este mensaje es una invitación del Espíritu Santo para que encuentres un lugar privado donde puedas derramar tu alma con frecuencia al Señor. Puedes hablar con Jesús sobre todo: tus problemas, tu prueba actual, las finanzas, la salud, y decirle lo abrumado que estás, incluso lo desanimado que estás. Él te oirá con amor y simpatía, y no despreciará tu clamor. Durante siglos él ha respondido al clamor del corazón de todos los que han confiado en sus promesas. Asimismo, ha prometido oírte y guiarte. De hecho, se ha comprometido con juramento a ser tu fuerza. Ve a él, y saldrás renovado.