Cuando Llega el Zarandeo

David Wilkerson (1931-2011)

“Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo” (Lucas 22:31).

Satanás zarandea solo a aquellos que amenazan su obra. Él va tras el árbol con el mayor potencial para dar fruto. ¿Por qué estaba tan ansioso por probar a Pedro? Bueno, durante tres años Pedro había estado echando fuera demonios y sanando a los enfermos. Satanás había oído a Jesús prometer a los discípulos otro bautismo, uno del poder del Espíritu Santo y fuego, ¡y tembló! Ahora el diablo conocía el plan final de Dios para Pedro. Se dio cuenta de que los últimos tres años no serían nada en comparación con las grandes obras por venir. Satanás estaba buscando una debilidad en Pedro para construir sobre eso algo que destruiría su fe.

Quizás, como Pedro, tú estás siendo sacudido y zarandeado en este momento. ¡No te desesperes! Alégrate de tener tan mala reputación en el infierno. Satanás nunca le hubiera pedido permiso a Dios para zarandearte a menos que fueras una amenaza para él. Él te está zarandeando porque tú juegas un papel importante en el reino de Dios en estos últimos días. Cuanto mayores sean tus dones y tu potencial, más severo será tu zarandeo.

Cuando alguien está pasando por el fuego del zarandeo, ¿qué deben hacer los que lo rodean? ¿Qué hizo Jesús acerca de la inminente caída de Pedro? Él le dijo: “He rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos” (Lucas 22:32).

Yo veo este maravilloso ejemplo del amor de Cristo y me doy cuenta de que no sé casi nada sobre cómo amar a los que caen. Jesús vio tanto lo bueno como lo malo en Pedro y concluyó: “Este hombre es digno de ser salvado. Satanás lo desea, pero yo lo deseo más”. ¡Señor, danos esa clase de amor! Cuando veamos hermanos y hermanas dirigiéndose al desastre, amémoslos lo suficiente como para acercarnos y decir: “Estoy orando por ti”.

Hoy tenemos otro “Escrito está” con el cual podemos luchar contra Satanás. Es este: “He orado por ti, para que tu fe no falte”. Tú puedes decirle al diablo: “Es posible que hayas obtenido permiso para zarandearme, para tratar de derribar mi fe, pero debes saber esto: ¡Mi Jesús está orando por mí!”.