Conociendo, Creyendo y Confiando

David Wilkerson (1931-2011)

Cualquiera puede mantener su gozo cuando está en las alturas del Espíritu Santo, sin ser probado ni tentado. Dios quiere que nos mantengamos en su amor en todo momento, especialmente en nuestras tentaciones.

El apóstol Juan nos dice muy simplemente cómo podemos mantenernos en el amor de Dios: “Nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él” (1 Juan 4:16). La palabra “permanecer” aquí significa “quedarse en un estado de expectativa”. En otras palabras, Dios quiere que esperemos que su amor se renueve en nosotros todos los días. Debemos vivir todos los días sabiendo que Dios siempre nos ha amado y siempre nos amará.

En realidad, la mayoría de nosotros entramos y salimos del amor de Dios de acuerdo con nuestros altibajos emocionales. Nos sentimos seguros en su amor solo si hemos hecho bien, pero no estamos seguros de su amor cuando somos tentados o le hemos fallado. Ese es especialmente el momento en que debemos confiar en su amor.

Jeremías 31 ofrece una maravillosa ilustración del amor de Dios. Israel estaba en un estado apóstata. El pueblo se había vuelto gordo y próspero y se entregaba a todo tipo de maldades. De pronto, sus deseos se volvieron amargos. Perdieron todo placer en satisfacer sus apetitos sensuales. Israel clamó: “Me azotaste, y fui castigado como novillo indómito; conviérteme, y seré convertido, porque tú eres Jehová mi Dios. Porque después que me aparté tuve arrepentimiento, y después que reconocí mi falta, herí mi muslo; me avergoncé y me confundí, porque llevé la afrenta de mi juventud” (Jeremías 31:18-19).

Escucha la respuesta de Dios a Israel: “Pues desde que hablé de él, me he acordado de él constantemente. Por eso mis entrañas se conmovieron por él; ciertamente tendré de él misericordia, dice Jehová” (Jeremías 31:20).

Dios le estaba diciendo a su pueblo: “Tuve que castigarte y hablarte duras palabras de verdad. Incluso entonces pecaste contra mí, haciéndolo a pesar de la gracia y misericordia que te extendí. Te volviste contra mi amor, rechazándome. Sin embargo, mi corazón de compasión se conmovió profundamente hacia ti. Me acordé de ti en tu lucha y de cierto tendré misericordia de ti. Te perdonaré y te restauraré gratuitamente”.