Cómo Derrotar a Osos y Gigantes

John Bailey

Cuando leemos sobre la vida del rey David, es fácil preguntarse cómo llegó a ser un hombre de Dios tan fuerte. La fe que tenía es asombrosa, sobretodo cuando leemos pasajes como aquel donde se encuentra con Goliat. Él dice algo tan increíble justo antes de esa pelea.

“David respondió a Saúl: Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba. Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al ejército del Dios viviente” (1 Samuel 17:34-36).

En este pasaje, David probablemente tenía unos 15 años y ya estaba lidiando con leones y osos salvajes. Cuando era más joven e iba de campamento, me preocupaba tener que lidiar con mapaches y serpientes, ni qué hablar de un oso. ¿No te sorprende que este chico tenga una fe tan poderosa? Él sabe que Dios estará con él porque algo se forjó en su vida antes.

Él sólo tendría unos 12 o 13 años cuando fue ungido como rey. En ese momento, sin embargo, los niños pequeños cuidaban ovejas. ¿Te imaginas llevar a tu muchacho a esa edad y ponerlo solo en la ladera de una montaña con cien ovejas que son básicamente comida para los osos y los lobos? Imagínate a David de niño sentado junto a su fogata por la noche, escuchando cada ramita romperse y preguntándose: “¿Eso es un león?”

¿Dónde aprendió David a tener una fe tan grande y un espíritu aguerrido? Fue en esa ladera de la montaña cuando era un muchacho pequeño. Aprendió a confiar en Dios en momentos de oscuridad, fragilidad y dificultad. Todos hemos pasado por momentos así. Esos son los momentos en los que Dios puede forjar algo realmente profundo en tu vida.

Cuando entras en un momento de fragilidad en el que sientes que no puedes manejar lo que está pasando, tienes que confiar en Dios. Ahí es cuando experimentamos la gloria y la presencia de Dios. Ahí es cuando Dios puede hacer una obra profunda en tu corazón para fortalecerte para futuras batallas.