La Bendición de Vivir con Aflicciones

David Wilkerson (1931-2011)

Creo en la sanidad. Creo en la aflicción. Creo en “aflicciones sanadoras”. Cualquier aflicción que me impida desviarme, que me lleve más profundamente a la Palabra de Dios, es sanadora. Como dice el Salmos 119:67: “Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba;

mas ahora guardo tu palabra”. La fuerza sanadora espiritual y física más bondadosa de Dios pueden ser las aflicciones.

Sugerir que todo el dolor y la aflicción son del diablo es sugerir que el salmista fue impulsado por el diablo a buscar la Palabra de Dios. En mi propia vida he sufrido gran dolor. He invocado a Dios para que me libere y creo una completa sanidad. Sin embargo, mientras sigo creyendo, continuaré agradeciendo a Dios por la condición actual y dejaré que sirva para recordarme cuán dependiente realmente soy de él. Con el salmista, puedo decir: “Bueno me es haber sido humillado, Para que aprenda tus estatutos” (Salmos 119:71).

El dolor y la aflicción no deben menospreciados como si vinieran del diablo. Tales cargas han producido grandes hombres de fe y sabiduría.

Pablo habló de la “preocupación” de las iglesias que le fueron encargadas (ver 2 Corintios 11:23-28). Cada iglesia recién nacida era otra “preocupación” sobre sus hombros. El crecimiento, la expansión, la extensión de las estacas siempre implican nuevas preocupaciones. El hombre que Dios usa debe tener hombros anchos. Él no se atreve a rehuir del desafío de numerosas preocupaciones y responsabilidades.

Cada nuevo paso de fe que Dios me lleva a dar ha venido con numerosas preocupaciones y problemas nuevos. Dios sabe exactamente cuántas preocupaciones puede confiarnos. No es que busque quebrarnos en salud o fuerza; es sólo que los obreros dispuestos son pocos y la mies es tan grande. “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” (1 Pedro 5:6-7).

A quienes rechazan las preocupaciones, se le quitan para dárselas como un regalo a aquellos que les temen. Cada nueva bendición está relacionada con una familia de cuidados y preocupaciones. No pueden divorciarse. No puedes disfrutar de las bendiciones hasta que aprendas a vivir con las preocupaciones.