Aquel que Nos Da Fuerza

Gary Wilkerson

Cuando encubres o reprimes ciertas emociones como el dolor, la pena o el temor, por lo  general es porque no quieres lidiar con ellas. Sin embargo, el problema de hacer esto es que no estamos hechos para reprimir ciertos elementos de nuestras vidas. No podemos reprimir el dolor sin reprimir también el gozo. No podemos reprimir el temor sin reprimir la paz.

Es por eso que Dios dice: “Tráelo todo a la mesa. Trae tu temor y yo te enseñaré paz. Trae tu dolor y yo te enseñaré consuelo”. Jesús dijo claramente: “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación. Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad” (Mateo 5:3-5).

Bueno, muchos cristianos en los Estados Unidos no creen en el luto. Actuamos como si el dolor viniera de la falta de fe en Dios. Sin embargo, si reprimimos la tristeza y el dolor, nunca recibiremos una medida completa del consuelo de Dios.

Recientemente, en mi propio estudio personal del Libro de los Salmos, me di cuenta de que leer estos versos casi estaba creando en mí la sensación de que necesitaba parar. No pude continuar hasta que estuve dispuesto a ser honesto con Dios y las Escrituras. Dado que he enfrentado algunos problemas serios en mi vida, saqué un block de notas amarillo y comencé a escribir cosas. Tuve que admitir: “Aquí hay cinco o seis cosas en los últimos diez años que me dolieron profundamente; y traté de evitar lidiar con ellas”. Tuve que admitir que esta pena y dolor podían ser buenos porque el gozo podía salir de este lugar.

Veo a Dios protegiéndonos, al sacarnos de las tormentas, pero también, a veces, al dejarnos en la tormenta. Digamos que alguien está enfrentando una depresión y ves a Dios sacándolo de esa temporada de desesperación. ¡Eso es maravilloso! En otras ocasiones, sin embargo, vemos a Dios dejando a una persona en una posición difícil. En lugar de sacarlos de la situación, les da paz en medio de esa tormenta. Eso es maravilloso también. Nuestra seguridad es que Dios nos está protegiendo sin importar por lo que estemos pasando.

Cuando Pablo escribió: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13), no estaba ignorando ni reprimiendo el dolor de sus circunstancias pasadas o presentes. Simplemente sabía que Dios lo consolaría y lo ayudaría.