Él nos Llama a Pelear

David Wilkerson (1931-2011)

Debemos estar preparados para lo que se avecina. Debemos estar listos para pasar nuestros días en una guerra espiritual, sabiendo que un diluvio de iniquidad está dirigido contra el pueblo de Dios. “De éstos también profetizó Enoc, séptimo desde Adán, diciendo: He aquí, vino el Señor con sus santas decenas de millares” (Judas 1:14). Las Escrituras dicen que somos reyes y sacerdotes para el Señor, y representamos a estas decenas de miles que salen a luchar contra el ejército de Satanás. Satanás lucha contra nosotros porque nos odia grandemente (ver Apocalipsis 12:17).

Si estamos decididos a asirnos de Cristo, debemos darnos cuenta de que somos invencibles en Cristo. Está escrito: “Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo” (1 Juan 4:4). Dios dice que tenemos la victoria garantizada sobre toda potestad del enemigo; tenemos a todas las huestes del cielo luchando por nosotros.

Que Dios nos dé más lucha en el Espíritu Santo para que cada uno de nosotros pueda gritar al mundo y a todas las huestes del infierno: “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?… Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 8:35, 37–39).

Este es el grito de batalla de los que tienen hambre de Jesús.

Cada hombre o mujer de Dios se convertirá en el objetivo de las artimañas malignas del infierno una vez que se haga el compromiso de convertirse en un sacrificio vivo para Cristo. Las huestes del infierno se desatarán contra aquel que ponga su corazón a caminar en la santidad de la fe.

Satanás te afligirá y pondrá impedimentos porque te has convertido en una amenaza real para su programa de engaño. Puedes renunciar a la guerra, rendirte, tirar la toalla y convertirte en un vagabundo insensible e infructuoso.

Respecto a mí, elijo resistir el complot del diablo, levantarme en la fe y reanudar la lucha. Satanás no puede reprimir a quien verdaderamente confía en el Señor.