¿Qué tan Grande Es Tu Jesús?

David Wilkerson (1931-2011)

Juan 14 contiene dos promesas magníficas. Primero, Jesús dice: “De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré” (Juan 14:12–14). Jesús lo deja claro y simple en el último versículo: “Pide cualquier cosa en mi nombre, y lo haré por ti”.

Dos versículos después, Jesús promete: “Rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros” (Juan 14:16-17). Aquí Cristo está diciendo: “Te voy a dar el Espíritu de la Verdad, y su poder permanecerá en ti”.

Estas son dos promesas increíbles de Jesús. Sin embargo, observa el versículo que está entre ellos: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15). ¿Por qué aparece aquí esta declaración?

Cristo nos está diciendo: “Hay un asunto de obediencia relacionada con estas promesas”. En resumen, ambas promesas tienen que ver con guardar y obedecer la Palabra de Dios. Fueron dadas para ser cumplidas, para que nada nos impida invocar el poder que es Cristo.

Estoy convencido de que pedir poco o nada en nombre de Jesús es un reproche para él. Año tras año, muchos cristianos se conforman con cada vez menos. Finalmente, se conforman solo con la salvación. No tienen más expectativas que llegar al cielo algún día.

¿Has llegado al final de tus expectativas de Cristo? ¿No esperas nada más que ser salvo por su poder y gracia? ¿“Tu Cristo” se acaba justo con la fuerza suficiente para pasar otro día? ¿Se acaba para ti en un lugar de paz y gozo ocasionales en una vida vivida principalmente bajo el acoso de Satanás? Todos estos pasajes de la Palabra de Dios me persuaden de que “mi Jesús” no es más grande que mis peticiones. Lamentablemente, muchos creyentes hacen que Cristo parezca insignificante e impotente debido a su incredulidad.

Amado, yo no quiero que Cristo esté limitado en mi corazón. En cambio, quiero que cada demonio en el infierno sepa cuán grande es mi Dios por cuán grandes son mis peticiones. Yo quiero más de Cristo. Quiero que sea más grande que nunca en mi vida.