¿Eres una Persona Misericordiosa?

David Wilkerson (1931-2011)

¿Eres una persona misericordiosa? La mayoría de nosotros respondería: “Creo que soy misericordioso. Siento el dolor de mis hermanos y hermanas en Cristo que sufren, y trato de ayudarlos. Hago mi mejor esfuerzo para ayudar a mis vecinos en necesidad. Cuando la gente me lastima, los perdono y no les guardo rencor”.

Yo creo que todos los verdaderos cristianos tienen una buena medida de misericordia por los perdidos y los que sufren. Doy gracias a Dios por eso. Sin embargo, la triste verdad es que la Palabra de Dios expone en muchos de nosotros profundas raíces de prejuicio. Hay muchas personas a las que un gran número de cristianos limitan la misericordia de Dios. Pienso en las prostitutas que trabajan en burdeles sin Dios, personas que mueren por miles con SIDA, homosexuales que soportan interminables dolores y angustias mentales en las pruebas de sus vidas y personas que beben hasta el olvido para tratar de cubrir su dolor.

Por lo que leo en las escrituras, mi Salvador nunca rechazaría el clamor desesperado de una prostituta, un homosexual, un drogadicto o un alcohólico que ha tocado fondo. Sus misericordias son ilimitadas; no hay final para ellas. La Biblia dice claramente: “Muchas son tus misericordias, oh Jehová; vivifícame conforme a tus juicios” (Salmos 119:156) y “Clemente y misericordioso es Jehová, lento para la ira, y grande en misericordia. Bueno es Jehová para con todos, y sus misericordias sobre todas sus obras” (Salmos 145:8-9) así como muchos otros pasajes que hablan de la misericordia de Dios.

Por lo tanto, como su iglesia, el cuerpo representativo de Cristo en la tierra, no podemos eliminar a nadie que clame por misericordia y liberación.

Es posible que ni siquiera seamos conscientes de estos sesgos internos hasta que repentinamente estén frente a nosotros, confrontándonos con la verdad sobre nuestros corazones. Mientras consideras esto en tu propia vida, te pregunto de nuevo, ¿eres una persona misericordiosa, tierna y amorosa? Pregunta a quienes te rodean (tu familia, compañeros de trabajo, vecinos, amigos de una raza diferente) y mira cómo responden.

Cristo prometió a sus seguidores: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios” (Mateo 5:6-8). Hagamos nuestras esas bendiciones y mostremos la misericordia de Dios al mundo.