¿Cuál Es la Naturaleza Inherente de Dios?

David Wilkerson (1931-2011)

Después de todo su llanto y clamor al Señor, David terminó declarando: “Pero en ti hay perdón, para que seas reverenciado.” (Salmos 130:4).

El Espíritu Santo comenzó a inundar su alma con recuerdos de las misericordias de Dios, y de pronto David recordó todo lo que había aprendido a lo largo de los años sobre la naturaleza amorosa y perdonadora del Padre. “Pero tú eres Dios que perdonas, clemente y piadoso, tardo para la ira, y grande en misericordia, porque no los abandonaste” (Nehemías 9:17).

Pronto David se regocijaba, recordándose a sí mismo: “Porque tú, Señor, eres bueno y perdonador, Y grande en misericordia para con todos los que te invocan” (Salmos 86:5). “Él es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias” (Salmos 103:3).

Esta es una de las promesas fundamentales del Nuevo Pacto. Jeremías declara: “Perdonaré su iniquidad, y no me acordaré más de su pecado” (ver Jeremías 31:34). Pablo añade en el Nuevo Testamento que él nos ha dado “vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados” (Colosenses 2:13).

¡Dios nos ha prometido su perdón por cada pecado! Él derrama su amor sobre nosotros, y tenemos, a través de la redención, esperanza para esta vida y la vida eterna por venir. Como nuestro Padre, está en su misma naturaleza perdonar. No nos quedamos afuera en el frío; somos atraídos al refugio y la seguridad de los brazos amorosos de Dios a través del perdón.

“Él volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados” (Miqueas 7:19).

“Porque seré propicio a sus injusticias, y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades” (Hebreos 8:12).

“En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia” (Efesios 1:7).

“Sabed, pues, esto, varones hermanos: que por medio de él se os anuncia perdón de pecados” (Hechos 13:38).

“Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados” (Isaías 43:25).