Cuando Venga el Espíritu Santo

David Wilkerson (1931-2011)

El profeta Isaías describe lo que sucede cuando el Espíritu Santo cae sobre un pueblo. Isaías profetiza: Hasta que sobre nosotros sea derramado el Espíritu de lo alto, y el desierto se convierta en campo fértil, y el campo fértil sea estimado por bosque” (Isaías 32:15).

Isaías agrega: Y habitará el juicio en el desierto, y en el campo fértil morará la justicia” (32:16). Según el profeta, el Espíritu Santo también trae consigo un mensaje de juicio contra el pecado. Y ese mensaje produce justicia en el pueblo.

Isaías no está hablando de un derramamiento único del Espíritu, lo que algunas personas consideran como un "avivamiento". Isaías está describiendo algo que dura. Los estudios realizados por sociólogos cristianos muestran que la mayoría de los avivamientos actuales duran un promedio de cinco años y dejan a su paso mucha confusión y disensión. Sé de algunas iglesias donde tuvieron lugar los llamados avivamientos, pero ahora, luego de unos pocos años, no queda rastro del Espíritu. Esas iglesias están muertas, secas, vacías. Las casas que alguna vez tuvieron mil son ahora tumbas cavernosas, con sólo cincuenta personas presentes.

Isaías continúa: Y el efecto de la justicia será paz; y la labor de la justicia, reposo y seguridad para siempre. Y mi pueblo habitará en morada de paz, en habitaciones seguras, y en recreos de reposo” (Isaías 32:17-18).

El Espíritu Santo está ocupado barriendo toda la falta de reposo, disturbio y condenación. Lo que sigue es paz mental, paz en el hogar y paz en la casa de Dios. Y cuando el pueblo de Dios tiene la paz de Cristo, no se aparta fácilmente de ella: “Y cuando caiga granizo, caerá en los montes; y la ciudad será del todo abatida. Dichosos vosotros los que sembráis junto a todas las aguas, y dejáis libres al buey y al asno” (32:19-20).

La profecía de Isaías sobre el Espíritu Santo fue dirigida a Israel durante el reinado de Uzías. Sin embargo, también se aplica al pueblo de Dios hoy. Se la conoce como una profecía dual. El hecho es que cada generación necesita un derramamiento del Espíritu Santo. Y creo que la iglesia de hoy no ha visto nada comparado con lo que el Espíritu Santo quiere lograr.