Compasión por los Heridos

David Wilkerson (1931-2011)

Los evangelistas George Whitefield y John Wesley fueron dos de los más grandes predicadores de la historia. Estos hombres predicaron a miles en reuniones abiertas, en las calles, en parques y prisiones, y a través de sus ministerios, muchos vinieron a Cristo. Pero surgió una disputa doctrinal entre los dos hombres sobre cómo es santificada una persona. Ambos lados doctrinales defendieron con fuerza sus posiciones; y se intercambiaron algunas palabras perversas, entre los seguidores de ambos hombres discutiendo de manera indecorosa.

Un seguidor de Whitefield se le acercó un día y le preguntó: “¿Veremos a John Wesley en el cielo?” Él estaba preguntando, en efecto, “¿Cómo puede ser salvo Wesley si está predicando tal error?”

Whitefield respondió: “No, no veremos a John Wesley en el cielo. Él estará tan alto, cerca del trono de Cristo, tan cerca del Señor, que no podremos verlo”.

Pablo llamó a este tipo de espíritu “ensanchamiento de corazón”. Y él mismo lo tenía cuando escribió a los corintios, una iglesia en la que algunos lo habían acusado de dureza y que se habían burlado de su predicación. Pablo les aseguró: “Nuestra boca se ha abierto a vosotros, oh corintios; nuestro corazón se ha ensanchado” (2 Corintios 6:11).

Cuando Dios ensancha tu corazón, ¡repentinamente se eliminan tantos límites y barreras! Ya no ves a través de una lente estrecha. En cambio, te encuentras siendo dirigido por el Espíritu Santo hacia aquellos que están sufriendo. Y los heridos son atraídos a tu espíritu compasivo por la atracción magnética del Espíritu Santo.

Entonces, ¿tienes un corazón gentil cuando ves a personas heridas? Cuando ves a un hermano o hermana que ha tropezado en el pecado o que puede estar teniendo problemas, ¿sientes la tentación de decirle lo que está mal en su vida? Pablo dice que los heridos deben ser restaurados con un espíritu de gentileza y mansedumbre. Necesitan encontrar el espíritu que Jesús demostró.

Que el clamor de nuestro corazón sea: “Dios, quita toda estrechez de mi corazón. Deseo tu espíritu de compasión por aquellos que están heridos… tu espíritu de perdón cuando veo a alguien que ha caído… tu espíritu de restauración, para quitar su oprobio. Quita toda exclusividad de mi corazón y ensancha mi capacidad de amar a mis enemigos”.