COMO DIOS TE PERDONÓ

David Wilkerson (1931-2011)

Si dices que no tienes enemigos, me encantaría saber cómo lograste llegar tan lejos en la vida sin que una sola persona se oponga a ti. Seguramente en algún momento alguien te tuvo envidia o intentó arruinar tus metas o interrumpir tus planes. Y, el hecho es, que estas cosas son las que hacen que alguien sea tu enemigo.

Por supuesto, cada cristiano se enfrenta a un archienemigo en Satanás. Jesús nos dice que él es el enemigo que siembra la cizaña en nuestras vidas (ver Mateo 13:39). Del mismo modo, el apóstol Pedro nos advierte acerca de Satanás: “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1 Pedro 5:8).

Jesús deja en claro que no tenemos nada que temer del diablo. Nuestro Señor nos ha dado todo el poder y la autoridad sobre Satanás y sus fuerzas demoníacas: “He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará” (Lucas 10:19). Jesús claramente declara que la batalla con Satanás ya ha sido ganada y tenemos dentro de nosotros el poder de resistir cualquier intento del diablo de devorarnos.

A veces tenemos conflictos con enemigos humanos, personas con las que vivimos o trabajamos hombro a hombro. Quizás una persona te haya atacado o manchado tu reputación. La controversia te causa gran angustia e incluso afecta tu salud física.

Tú puedes protestar al Señor: “Continuaré alabándote y adorándote, pero no esperes que deje este dolor”. Pero el Señor ha expresado claramente: “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” (Efesios 4:32). Y Jesús dice: “Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen” (Mateo 5:44).

Le traemos gloria a nuestro Padre celestial cada vez que pasamos por alto las ofensas y perdonamos los pecados hechos en contra nuestra. Cuando perdonamos como Dios perdona, él nos lleva a una revelación de favor y bendición que nunca hemos conocido.