Busca a Dios Con Todo tu Corazón

David Wilkerson (1931-2011)

Cualquiera que busque sinceramente la presencia permanente del Señor seguramente la tendrá. “Si le buscareis, será hallado de vosotros” (2 Crónicas 15:2). La palabra hebrea para “hallado” aquí es “matsa”, que significa “su presencia brotando, para habilitar, para bendecir”. En resumen, este versículo nos dice: “Busca al Señor con todo tu corazón y él vendrá a ti con su presencia. De hecho, su presencia será una fuerza todopoderosa que emana de tu vida”.

Dios hace su pacto de gracia con todo creyente, un pacto que se materializa en promesas como: “Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros” (Isaías 53:6). “Jesús dijo: No te desampararé, ni te dejaré” (Hebreos 13:5). Él hace promesas especiales a aquellos que deciden buscarlo con todo su corazón, pero este pacto es estrictamente condicional.

Un profeta anónimo entregó un mensaje a Elí, el sumo sacerdote de Israel, quien se había apartado en ese momento. El Señor le había estado advirtiendo contra el pecado y la transigencia, pero Elí había ignorado todas las palabras de Dios. Este profeta le dijo a Elí: “Jehová el Dios de Israel dice: Yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre andarían delante de mí perpetuamente; mas ahora ha dicho Jehová: Nunca yo tal haga, porque yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco” (1 Samuel 2:30).

La frase “tenidos en poco” tiene que ver con la remoción de la presencia de Dios, no porque la persona esté condenada, sino porque tendrá que caminar en el poder de su propia carne. Dios le estaba diciendo a Elí: “Tenía la intención de bendecir tu casa, favorecerte, pero me despreciaste, así que debo quitarte mi presencia”.

Muchas personas vienen a Cristo con un estallido inicial de gran fe, pero con el tiempo su celo disminuye y comienzan a descuidar a Cristo. Ellos toman a la ligera sus mandamientos y vuelven a sus costumbres del pasado. Dios nunca deja de amarlos, pero su presencia no está con ellos en la plenitud que una vez experimentaron.

Las promesas de Dios nunca fallan. Pero algunos, como el pacto de su presencia, son absolutamente condicionales. Requieren más que simplemente nuestra cooperación. Por supuesto, Dios nunca nos abandonará ni dejará de amarnos. Pero si permanecemos en pecado, su presencia no estará con nosotros; y nuestras vidas ya no serán un instrumento de su poderosa presencia.

Amado, búscalo con todo tu corazón y desea su presencia en tu vida diaria. ¡Entonces conocerás y experimentarás la increíble gloria de Dios!