Alborotadores del Espíritu Santo

David Wilkerson (1931-2011)

La iglesia de hoy está llena de santos silenciosos que no quieren levantar olas. ¡Después de todo, nadie quiere problemas! Pero algunos de los discípulos eran grandes alborotadores. Pablo y Silas caminaron en el poder del Espíritu y “han expuesto su vida por el nombre de nuestro Señor Jesucristo” (Hechos 15:26). En una ocasión, Pablo se enfrentó a una adivina y echó fuera el espíritu maligno de ella, provocando un alboroto en toda la ciudad. Los amos de esta mujer esclava arrastraron a Pablo y Silas al mercado para ser juzgados ante los magistrados de la ciudad. Luego los golpearon y los arrojaron a prisión (ver Hechos 16:16-24).

Seguramente debe haber parecido que Satanás había ganado esta batalla, pero todo el poder de Dios estaba con estos alborotadores del Espíritu Santo. “Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios… Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron” (16:25-26). Un resultado de todo esto fue que el carcelero se cayó ante los hombres y clamó: “Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?” (16:30). Después de salir de la prisión, Pablo y Silas fueron directamente a la casa de Lidia y alentaron a sus hermanos en el Señor (ver 16:40).

Pablo y Silas desafiaron sin miedo los poderes de la oscuridad y un sistema religioso muerto y corrupto. “Llegaron a Tesalónica, donde había una sinagoga de los judíos. Y Pablo… discutió con ellos, declarando y exponiendo por medio de las Escrituras, que era necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos; y que Jesús, a quien yo os anuncio, decía él, es el Cristo” (17:1-3). La sinagoga de Tesalónica probablemente había llevado a cabo reuniones tranquilas durante años, sin molestias. Ellos diligentemente enseñaron las Escrituras y exteriormente parecían ser muy santos. Entonces Pablo entró en escena y en sólo tres semanas de predicar el señorío de Jesús, alborotó toda esa área.

¿Alguna vez has deseado ser más ferviente en tu testimonio? ¿Satanás te ha hecho temer a los hombres? La Biblia dice: “Resistid al diablo,  y huirá de vosotros” (Santiago 4:7). “Hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza” (Efesios 6:10). Que Pablo y Silas te inspiren a ser valientes en tu testimonio de Jesús.

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