Abundando en Esperanza

David Wilkerson (1931-2011)

¡Servimos a un Dios de esperanza! La palabra griega para esperanza es elpo, que significa “esperar con confianza y expectativa placenteras”. El apóstol Pablo escribió a los romanos: “Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo” (Romanos 15:13).

Pablo presenta un concepto increíble: “para que abundéis en esperanza”. Él da a entender que puedes tener esperanza de sobra; un suministro que es “rebozante, excesivo, más allá de toda medida”. Para cualquiera que esté desesperado, esto puede sonar como una broma cruel. Pero, amados, ¡la palabra de Dios es verdadera! Él es un Dios de esperanza, una esperanza que está más allá de toda medida. La oración de Pablo por el pueblo de Dios fue que se llenaran de todo “gozo y paz en el creer”.

Este debería ser el estado normal para todos los cristianos, no sólo para los creyentes felices y bien adaptados. Dios no se está burlando de sus hijos heridos hoy; él es verdaderamente un Dios de esperanza. Pablo dijo: “Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos” (Romanos 8:24-25). A pesar de esta promesa, a menudo respondemos exigiendo ver un cambio en nuestra situación: “Bueno, yo podría tener esperanza si tan sólo pudiera ver un pequeño movimiento, una pequeña evidencia de que Dios está obrando. ¿Cómo puedo tener esperanza cuando pasan los meses y las cosas sólo empeoran?”

“Abundéis en esperanza” también significa tener gran paciencia, más que suficiente paciencia para “esperarlo”. Como puedes ver, el gozo y la paz llegan cuando sabes que Dios tiene todo bajo control.

Cristo convertirá tus sentimientos de desesperanza en regocijo y te vestirá de alegría si depositas tu fe en él. “Has cambiado mi lamento en baile; desataste mi cilicio, y me ceñiste de alegría” (Salmos 30:11). Regocíjate en el Dios de la esperanza, ¡y vive!

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