​NO IMPORTA LO QUE TÚ PIENSES

Gary Wilkerson

Cuando aceptamos la unción del Espíritu Santo, cumplimos esta comisión: “De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre” (Juan 14:12). El mundo entero necesita su sanidad, su limpieza, su poder de salvación; y eso sólo sucede con su sacrificio perfecto: “porque yo voy al Padre”.

Nunca dudes de la oportunidad que Jesús te trae. La clave para esto es creer que él siempre está obrando. Cuando los discípulos le pidieron a Jesús que les diera fe, su respuesta nos lo dice todo: “De cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible” (Mateo 17:20).

A pesar de los increíbles dadivas de Cristo para nosotros, algunos de nosotros estamos convencidos de que no somos dignos de representar su evangelio. Sin embargo, eso contradice la naturaleza misma del evangelio. Nos convertimos en sus representantes santos, no por nuestra capacidad, sino por la obra de Dios en nosotros: “El que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Filipenses 1:6).

Pedro fue probablemente el primer cristiano en aprender esta poderosa verdad. En Hechos 10, cuando se estaba quedando en Jope con un curtidor llamado Simón, Pedro tuvo una visión durante la oración que afectaría la difusión del evangelio de Cristo hasta hoy. La visión lo desconcertó, pero obedeció la guía de Dios y la puerta a la sanidad y el poder salvador de Dios se abrió al mundo (lee el relato en Hechos 10:9-48).

No importa lo que pienses de ti mismo hoy, te insto a que aceptes su santidad y recibas su unción para cumplir el trabajo que él ha preparado para ti. Él abrirá cada puerta y tú lo verás hacer maravillas inesperadas.