Algunos cristianos son vencidos constantemente por el miedo. Algunos siempre están abatidos mientras otros se revuelcan en la culpa, temerosos de que nunca tendrán la victoria sobre el pecado. Temen perder su trabajo, su salud, su familia. No tienen absolutamente paz, alegría o descanso. Ahí es cuando escucho a Jesús preguntar: “¿He estado tanto tiempo contigo y todavía no ves? ¿Todavía no conoces a Dios como tu Padre?”
¡Como resultado de tu intimidad con Cristo debes tener una revelación de que tienes un Padre en el cielo que te ha demostrado minuciosamente cómo es él y qué es lo que él anhela ser para ti!
Primero, él eligió ser tu padre. Tú no lo elegiste a él, él te eligió. ¿Es Dios el gobernante del cielo y la tierra? ¿Es él todopoderoso? ¿Omnipotente? ¿Preside él en el diluvio? La respuesta a todas esas preguntas es un sí rotundo. Pero en estos últimos días, Dios quiere que tengas otra revelación de él: él quiere que entiendas que tú eres su hijo o su hija.
Cuando Jesús caminó sobre la tierra, él vivió cada segundo bajo la luz resplandeciente del amor de su Padre, nunca confundido, nunca en duda. Por lo tanto, él podía enfrentar cualquier cosa que el enemigo le arrojara, cualquier dificultad, cualquier prueba, porque sabía que su Padre estaba con él. Él podía decir: “Mi Padre me envió; él me eligió y me designó; y él siempre está conmigo. ¡Nunca estoy solo!”
Tu Padre te dice: “Quiero cubrirte, ser tu protector, suplir todas tus necesidades, llevarte a través de todas tus pruebas. Yo elijo ser un Padre para ti, así que acepta mi amor”.
Dios eligió ser tu Padre sobre la sola base del amor y la misericordia. No hay otra condición. Él no esperó hasta que fueras lo suficientemente bueno o tuvieras toda tu doctrina resuelta. No, él dijo: “Incluso cuando estabas perdido en pecado, yo te amé”.