¿QUÉ HIZO VOLVER EL CORAZÓN DE UN REY?

David Wilkerson (1931-2011)

Todos sabemos lo que son las aflicciones, aquellos momentos de problemas y estrés que nos mantienen despiertos durante la noche. Pueden ser tan dolorosos y debilitantes que perdemos el sueño debido a la angustia y la ansiedad. Sin embargo, por más dolorosas que sean las aflicciones, Dios las usa para lograr sus propósitos en nuestras vidas. David escribe: “Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará Jehová” (Salmos 34:19). Sin embargo, puede que te sorprenda saber que Dios puede usar las aflicciones para sanar tanto a los pecadores como a los santos.

Manasés, el rey más perverso en la historia de Israel, se apartó del Señor y se volvió vil y asesino. Este hombre malvado levantó ídolos al dios pagano Baal, incluso en el atrio del templo. Construyó altares para adorar el sol, la luna y las estrellas. Él sacrificó a sus propios hijos, echándolos en ardientes fosas de ídolos demoníacos. Despreció las palabras de los justos profetas y, en lugar de ello, buscó el consejo de los adivinos. Él condonó la brujería, los espíritus familiares y la adoración del diablo. Y era un tirano brutal y sediento de sangre que se deleitaba en asesinar a inocentes. La Escritura dice que Manasés pecó peor que todos los paganos que rodeaban Israel.

Eventualmente, ¿qué le sucedió a este rey malvado? Dios envió gran aflicción sobre él a través del ejército asirio. Los atemorizantes asirios invadieron Jerusalén y tomaron cautivo al pueblo, incluido Manasés, a quien ataron con cadenas y envolvieron en dolorosas espinas.

Sorprendentemente, durante este tiempo de terrible aflicción, Manasés se humilló y comenzó a orar: “Mas luego que fue puesto en angustias, oró a Jehová su Dios, humillado grandemente en la presencia del Dios de sus padres” (2 Crónicas 33:12). Y ¿cómo respondió Dios a la oración de Manasés? Fue misericordioso y escuchó el clamor del rey. Luego devolvió a Manasés a su trono y se convirtió en un luchador por la justicia, derribando los ídolos y altares que había construido en la tierra.

Como vemos en este relato, Dios puede usar las aflicciones para sanar tanto a los pecadores como a los santos. Una buena lección para nosotros podría ser no rendirnos nunca con nadie, sin importar lo vil o malvado que sea. Dios tiene formas de atraer incluso a los peores pecadores a sí mismo, por lo tanto, anímate a perseverar en oración por aquellos que necesitan liberación.