¿HAS LLEGADO A TU LÍMITE?

David Wilkerson (1931-2011)

El espíritu de desánimo es el arma más poderosa de Satanás contra los elegidos de Dios. Muy a menudo, él lo usa para convencernos de que hemos traído la ira de Dios sobre nosotros mismos al no estar a la altura de sus estándares sagrados. Pero el apóstol Pablo nos insta a no caer en la trampa del diablo: "Para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones" (2 Corintios 2:11).

Pablo dice: "Debes ver tu desánimo como verdaderamente es, un arma demoníaca, una flecha que Satanás te dispara para hacerte dudar de ti mismo. Él sabe que no puede tentarte para que te apartes de Jesús, por lo que te inunda con mentiras perversas para hacerte pensar que nunca serás lo suficientemente bueno para servir a Cristo".

El espíritu del rey David fue traído abajo por debilidad, quebrantamiento, lamento, una sensación de inquietud. Él se sentía seco y vacío, sin dirección: "Mi corazón está acongojado, me ha dejado mi vigor, y aun la luz de mis ojos me falta ya" (Salmos 38:10). David está diciendo: "Mi visión y revelación del Señor me han dejado y no puedo alcanzar a Dios como alguna vez lo hice".

Yo personalmente sé cómo se sintió David. He recibido muchas bendiciones abundantes a través de mi ministerio, pero muchas veces, días después de grandes eventos, me he sentido abrumado por el desaliento. Somos objeto de los poderes del infierno en momentos de nuestra mayor victoria espiritual.

Hay muchas biografías de hombres y mujeres devotos a quienes el Señor usó poderosamente; y cada uno de ellos luchó con el desánimo paralizante. Por ejemplo, el gran predicador británico C.H. Spurgeon condujo multitudes a Cristo a través de sus sermones poderosos, pero sufría horrendos ataques de melancolía.

Lo primero que el Espíritu Santo hace en momentos así, es traer a tu memoria todas las preciosas promesas de Jesús. Él inundará tu alma con esas promesas y tu espíritu se elevará dentro de ti. ¡La obra del Espíritu Santo es deshacer las mentiras del enemigo y darte aliento desde lo alto! ¡Debes estar seguro de que todos los que esperan en el Señor recibirán sus gloriosas promesas!