¿ESTÁS CONFUNDIDO RESPECTO A LA ORACIÓN?

David Wilkerson (1931-2011)

“Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles” (Romanos 8:26). El Espíritu Santo ha venido para guiarnos a una vida de oración.

Podemos llegar a estar tan confundidos acerca de la oración, haciéndola parecer tan complicada. Hay multitud de teorías que traen confusión y plantean todo tipo de preguntas: “¿Cuándo se convierte la oración en intercesión? ¿Se mide la intercesión por el fervor, el volumen o la cantidad de tiempo que paso sobre mis rodillas? ¿Cómo voy a saber que estoy orando según la voluntad de Dios? ¿Las oraciones mentales cuentan? ¿Para qué exactamente oro?

Tal confusión puede ser abrumadora y en realidad podría impedir que la gente ore. Sin embargo, nunca ha habido un momento en que las oraciones del pueblo de Dios fueran más necesarias. Incluso en su antigüedad, Pablo dijo de la tierra: “Toda la creación gime” (Romanos 8:22). Reportes de devastación y muerte inminente nos llegan de todos lados y tales reportes están abrumando a personas en todo el mundo. Los cristianos no están exentos del estrés de lo que está sucediendo en nuestro mundo.

A medida que los eventos globales empeoran, conspirando para robarles la paz a las personas, las sociedades de todo el mundo están buscando una fuente de consuelo. Pero no lo encuentran en la psicoterapia, en la religión muerta, en las causas nobles, ni siquiera en la caridad. Nuestro único recurso para un tiempo como éste, es la oración de fe.

Aquí hay algunas formas poderosas en las que el Espíritu Santo juega un papel en nuestras oraciones:

  • Es en oración que el Espíritu Santo manifiesta la presencia de Cristo en nosotros.
  • Es en oración que el Espíritu sella las promesas de Dios en nuestros corazones.
  • Es en oración que el Consolador infunde esperanza en nosotros.
  • Es en oración que el Espíritu libera sus ríos de consuelo, paz y reposo en nuestras almas.

Ora esta oración: “Espíritu Santo, mantenme en comunión cercana con Jesús. No me dejes descuidar mi tiempo a solas con Aquel que ama mi alma. Mantenme de rodillas, entonces conoceré tu consuelo”.