¿Está Brillando el Evangelio En Tu Vida?

David Wilkerson (1931-2011)

“Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!” (Filipenses 4:4). Estas son las palabras finales de Pablo a los filipenses. Él no estaba diciendo: “Estoy en prisión y estas cadenas son una bendición. Estoy tan feliz por este dolor”. Estoy convencido de que Pablo oraba a diario por su liberación y, en ocasiones, pedía a gritos fuerza para resistir. Incluso Jesús, en su hora de prueba y dolor, clamó al Padre: “¿Por qué me has desamparado?” Ese es nuestro primer impulso en nuestras aflicciones, gritar: “¿Por qué?” Y el Señor es paciente con ese clamor.

Pero Dios también ha provisto para que nuestros “qué pasaría si” y “por qué” puedan ser respondidos por su Palabra. Pablo escribe: “sabiendo que estoy puesto para la defensa del evangelio… Cristo es anunciado; y en esto me gozo” (Filipenses 1:17-18). En otras palabras, nos está diciendo: “Estoy decidido a que la Palabra de Dios sea validada por mi reacción a esta aflicción. He decidido que no deshonraré el Evangelio ni lo haré parecer impotente”.

Este es el mensaje que escucho a través de Pablo: No tenemos que hacer algo grande para el Señor. Sólo tenemos que confiar en él. Nuestro papel es poner nuestras vidas en las manos de Dios y creer que él tendrá cuidado de nosotros. Si simplemente hacemos eso, su evangelio está siendo predicado, sin importar nuestras circunstancias. Y Cristo se revelará en nosotros muy especialmente en nuestras circunstancias difíciles.

Sam, un anciano de nuestra iglesia, me dijo una vez: “Pastor David, la forma en que usted responde a los tiempos difíciles es un testimonio para mí”. Pero, Sam no se daba cuenta que su vida es un sermón para mí. Él vive con un dolor crónico que le permite dormir no más de unas pocas horas cada noche. A pesar de su constante y agresivo dolor, su devoción al Señor es un testimonio para todos nosotros. Su vida predica a Cristo con tanta fuerza como cualquiera de los sermones de Pablo.

Entonces, ¿está Cristo siendo predicado en tu prueba actual? ¿Tu familia ve el evangelio obrando en ti? ¿O sólo ven pánico, desesperación y cuestionamiento de la fidelidad de Dios? ¿Cómo respondes a tu aflicción?