¿CÓMO PODEMOS ESTAR EN SILENCIO?

Nicky Cruz

Dios me salvó atrayendo mi corazón. A medida que mi fe y devoción hacia él aumentaban, él comenzaba a impartir en mí, conocimiento y visión, un entendimiento de sus caminos, un deseo de estudiar, aprender y crecer aún más en su sabiduría. Es un proceso de discipulado y maduración, que continuará hasta el día que muera, pero comenzó con una atracción de mis emociones, no de mi intelecto.

Crecí en una familia que no sabía nada acerca de Jesús. Mi madre y mi padre eran hijos de las tinieblas, inmersos en un estilo de vida de lo oculto, cegados a la luz de la gracia maravillosa de Jesús. Recuerdo vívidamente los ojos de mi madre. Eran fríos, oscuros y vacíos. Ojos sin emociones. No había nada allí: no había amor, no había sentimiento, no había compasión…nada más que oscuridad. Mirar en su rostro era como mirar fijamente en el hoyo del infierno. A veces sentía como si el mismo Satanás me estuviera mirando fijamente a través de los ojos vacíos y secos de mi madre.

Por la gracia de Dios, más tarde pude conducir a mi madre y a mi padre al Señor. Ella se convirtió en una poderosa testigo del maravilloso perdón de Dios; y por primera vez pude mirarla a los ojos y ver el amor y la compasión que siempre había deseado. El vacío se había ido, y en su lugar había belleza pura, un alma liberada del odio y la desesperación. Era una hija de la libertad.

¿Cómo podemos volver a estar en silencio cuando hemos presenciado la transformación milagrosa de un alma liberada del dominio de Satanás? Una vez que hemos visto lo que Jesús puede hacer en y a través de una vida dedicada a su voluntad, somos transformamos para siempre. Comenzamos a anhelar toda la sabiduría y capacidad que el Espíritu Santo ofrece. No podemos detenernos de rogar en favor de los perdidos, anhelando alcanzarlos con el mensaje de Dios.

Nicky Cruz, evangelista internacionalmente conocido y prolífico autor, se volvió a Jesucristo de una vida de violencia y crimen después de encontrarse con David Wilkerson en la ciudad de Nueva York en 1958 La historia de su dramática conversión fue contada por primera vez en el libro “La Cruz y el Puñal” escrito por David Wilkerson y más tarde en su propio best seller “Corre, Nicky, Corre”.