RIOS DE AGUA VIVA

Jim Cymbala

En el Antiguo Testamento, donde no había agua, no había vida. La gente moría durante las sequías. Del mismo modo, a menos que el agua viva del Espíritu fluya en nosotros, nosotros y nuestras iglesias tendremos ausencia de vida espiritual y poca vitalidad. Al igual que en el Desierto de Mojave, que no haya agua equivale a que no haya vida, ni crecimiento, ni fruto. Podemos asistir a la iglesia con regularidad y tener una doctrina perfecta, pero sin el Espíritu Santo proveyéndonos agua, nos marchitaremos y moriremos.

Jesús habló abiertamente sobre las propiedades vivificantes del Espíritu. "En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva” (Juan 7:37-38). Al decir “ríos de agua viva”, Jesús se refería al Espíritu que los creyentes recibirían más tarde.

Cuando el Espíritu de Dios viene, tenemos nueva vida. Sin el Espíritu de Dios, tenemos que luchar con nuestro esfuerzo propio, que está plagado de debilidad moral y tendencias pecaminosas. Pero cuando viene el Espíritu, tenemos gozo, esperanza y poder. Nota que Jesús no se refiere a una gota de agua sino a “ríos de agua viva”. Como un río, el Espíritu fluye, una fuerza de poder que entra en nosotros y luego fluye para que podamos ser de bendición para los demás.

Dios usa el agua como un símbolo del Espíritu Santo de una manera ligeramente diferente cuando dice: “Yo seré a Israel como rocío; él florecerá como lirio” (Oseas 14:5). Todos hemos presenciado la hierba y las flores que brillan con diminutas gotas de refrescante agua. Al usar esta metáfora, Dios está diciendo que Él será como el rocío, que se deposita en silencio por la noche y cubre el suelo por la mañana. El rocío no puede formarse cuando las condiciones del tiempo son demasiado calurosas o cuando el viento es demasiado fuerte. Del mismo modo, no podemos ser refrescados por Dios cuando estamos demasiado ocupados corriendo para todos lados.

 

Jim Cymbala comenzó la iglesia Brooklyn Tabernacle con menos de veinte miembros en un pequeño y deteriorado edificio en una parte difícil de la ciudad. Nacido en Brooklyn, es un viejo amigo de David y Gary Wilkerson.