Jesús nos guía

El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas. El portero le abre la puerta, y las ovejas oyen su voz. Llama por nombre a las ovejas y las saca del redil” (Juan 10:2-3, NVI).

Todos necesitamos una guía para tomar decisiones en nuestras vidas. En un mundo tan caótico como el nuestro obtener buena dirección no es siempre fácil o simple. Jesús nos dice que para los cristianos es diferente. Él lo dice claramente en el pasaje de arriba que sus seguidores, "sus propias ovejas" oyen su voz y "vienen a Él." El cuadro es el de un Buen Pastor proveyendo para sus ovejas con todo el cuidado y vigilancia que ellas necesitan.

¿Es esto suficiente para todas las decisiones difíciles que tenemos que tomar? Cada uno de nosotros tenemos serios asuntos que decidir: ¿Con quién me voy a casar? ¿Qué vocación voy a seguir? ¿A qué propósito o misión daré mi vida? Estas decisiones pueden estar cargadas de tensión, especialmente si nos arrepentimos de malas decisiones que hemos tomado en el pasado. Mi vida ha sido inmensamente bendecida por Dios, pero yo no quiero que mis hijos o nietos cometan los mismos errores que yo. Como cualquier otro padre, yo quiero poder ser capaz de darles la mejor dirección posible.

La buena noticia es que tenemos un Pastor que es un fiel guía para nosotros en todas las cosas, no importa cuán malas hayan sido nuestras decisiones. Él tiene la autoridad para guiarnos en una vida maravillosamente bendecida, sin importar nuestras fallas. Ciertamente, Él nos dice que es su propósito guiar nuestras vidas. "Mi propósito es darles una vida en abundancia” (10:10).

El resultado de nuestras decisiones depende de la calidad de nuestra guía o dirección.

Todos sabemos que es importante seguir un guía de calidad. Piensa en las grandes decisiones que has tomado: ¿Quién te estaba guiando? ¿Cuál era su experiencia, habilidades y conocimientos en ayudarte a llegar donde querías ir?

Hace algunos años compartí un fin de semana con un grupo de amigos para tener "tiempo de hombres." Nos encontramos en el este de Texas y decidimos hacer un viaje de Rutas hasta San Antonio para ver El Álamo. Uno de los muchachos del grupo, un amigo mío, se ofreció a conducir. "Este es lugar donde nací," dijo él. "Me encantaría ser su guía.”

Pero una vez que llegamos a San Antonio, las cosas se pusieron confusas. Algunos de nosotros notamos que habíamos pasado por la misma tienda Macy's tres veces. "Hey, ¿no estamos yendo en círculos?" preguntó alguien. "No, no, ya estamos cerca," dijo mi amigo.

Después nos encontramos en una parte fea de la ciudad. Luego en un embotellamiento de tráfico. Otra vez dando vueltas en círculos. Finalmente, alguien le dijo a mi amigo, "Hey, yo pensé que conocías el camino. Dijiste que habías nacido aquí." "Así es," contestó. "Pero nos mudamos cuando tenía dos años.”

Obviamente, Michael no era nuestro guía adecuado. Él tenía muy buenas intenciones pero no tenía idea de cómo guiarnos. El representa la clase de guía que pensamos que queremos en nuestra vida, pero que nos guía en círculos, en lugar de la vida plena y abundante que Jesús diseñó para nosotros.

Otra clase de guía puede ser quien tiene la información correcta pero carece de otros atributos fundamentales. Mi esposa Kelly y yo, fuimos a un viaje misionero a las Filipinas. En nuestro día libre, tomamos un paseo en canoa con guías, a un lugar turístico llamado Cataratas de Pagsanjan. La tripulación eran algunos pequeños pero atléticos Filipinos. En un punto dado, llegamos a una parte del rio muy poco profunda para seguir flotando con la canoa. “Oh, Oh,” Pensé yo, “Este debe ser el final de la línea.” Para mi sorpresa, nuestros Fuertes jóvenes guías levantaron la canoa, con Kelly y yo adentro!! Y la cargaron hasta donde el agua era más profunda.  “Wow” dije yo, ”que guías más confiables!”

Más tarde, llegamos a una parte Hermosa donde el rio se ensancha, el líder nos señaló que dejemos de remar. “Oh, qué bueno” pensé yo. “Ahora vamos a escuchar algo importante de historia. Quizás es aquí donde los lideres democráticos de la antigüedad planearon su revolución.” Visiblemente emocionado, el guía apunto y exclamo, “Aquí, en este mismo lugar, es donde la película 'Rambo' fue filmada!”

Eso fue un poco decepcionante. Luego llegamos a otro hermoso lugar en el rio donde se abre a un exuberante campo verde. Parecía un lugar donde alguna batalla histórica había transcurrido. “En este lugar,” dijo el guía, “Angelina Jolie y Brad Pitt hicieron un picnic!”

Hay muchos guías en nuestra vida que tienen el conocimiento para guiarnos en medio de algunos dilemas difíciles. Pero ¿tendrán también el conocimiento para llevarnos a la vida abundante que Jesús nos promete? Como nuestro Señor, Jesús es mucho más que solo nuestro guía—él está creando una relación con nosotros.  Él quiere que sepamos mucho más que solo cuándo y hacia donde debemos ir. Él quiere que tengamos la rica bendición de conocerlo personalmente en cada área de nuestra vida. Entonces, mientras nosotros estamos tan ocupados buscando un manual de instrucciones, el simplemente nos está diciendo “Sígueme.”

Para guiarnos hacia la vida bendecida, Jesús primero nos muestra los obstáculos que hay para recibir su guía.

Para ilustrar la rica y satisfactoria vida que Jesús tiene para nosotros, Él usa la imagen de un corral de ovejas, “Yo soy la puerta; los que entren a través de mí serán salvos. Entrarán y saldrán libremente y encontrarán buenos pastos” (Juan 10:9). Allí en el corral, sus ovejas están protegidas y seguras de todos los enemigos. Se alimentan de los "buenos pastos" del reino de Dios, disfrutando de salud, paz y libertad.

Es por cierto esta vida bendecida la que nuestro enemigo el diablo trata de robarnos. Satanás está decidido en destruirnos nuestra preciosa fe, y Jesús lo describe como el ladrón que se mete al corral: “Les digo la verdad, el que trepa por la pared de un redil a escondidas en lugar de entrar por la puerta ¡con toda seguridad es un ladrón y un bandido!... El propósito del ladrón es robar y matar y destruir; mi propósito es darles una vida plena y abundante” (Juan 10:1, 10).

Si hay algo que Satanás quiere robarnos, es la vida que Dios diseñó para nosotros. Él busca hacer esto, tratando de quitarnos aquellos “buenos pastos” (comida espiritual) que Jesús nos ha dado. Los cristianos inmaduros son los más susceptibles, ya que siempre permanecen en una dieta de “leche,” nunca avanzando hacia la carne de la palabra de Dios. Ellos son el blanco de los engaños del enemigo en tiempos de crisis. Ellos dan vueltas en pánico, llenos de temor y preocupación, pensando, “No sé qué decisión tomar, Dios, donde estás?”

Vi esto ocurrir muchas veces cuando estaba en el equipo pastoral de la iglesia Times Square en la ciudad de Nueva York.  La enseñanza que la gente recibía era profunda y sustanciosa, sacada del estudio dedicado de la Palabra de Dios. Imagínese mi consternación, cada vez que un feligrés me informaba que no había venido al servicio por que había ido a otro lugar a escuchar a un conocido charlatán, a algún predicador cuyo único enfoque era el dinero. ¿Como podían hacer eso después de haber tenido una sólida dieta de comida bíblica?

Esto nos trae al segundo obstáculo que cada cristiano tiene que enfrentar: el atractivo evangelio de un falso maestro. Jesús nos enseña, “(Mis ovejas) Pero a un desconocido jamás lo siguen; más bien, huyen de él porque no reconocen voces extrañas” (Juan 10:5). Estos “desconocidos” se ven, suenan y se visten como cualquier otro buen pastor. El evangelio que ellos predican gradualmente aparta a la gente de los ricos y suculentos “buenos pastos” de Cristo, para la destrucción de sus almas.

Es obligatoriamente requerido que aprendamos a conocer la voz de nuestro Buen Pastor, tener la capacidad de distinguir su voz de la de los falsos profetas. ¿Y como lograremos esto?  Alimentándonos de la carne espiritual que nuestro Pastor ha provisto tan generosamente: “Así que la fe viene como resultado de oír el mensaje, y el mensaje que se oye es la palabra de Cristo” (Romanos 10:17). La única manera de diferenciar una falsificación es conocer lo verdadero íntimamente. Solo sumergiéndonos en la Palabra pura de Dios, nos volveremos  intimos con el aspecto, sonido, esencia, y el gusto de aquello que viene del cielo.

Algunos cristianos quieren dirección para las más pequeñas decisiones diarias. Si quieres saber si comprar cierta marca de crema dental, Dios te diría, “Solo asegúrate de cepillarte los dientes todos los días.” Hay ciertas cosas para las cuales no necesitamos la guía explicita de Dios, ya que ya sabemos qué hacer siendo guiados por su Palabra.

Recientemente, estaba en Turquía, cerca de la frontera con Irak, y me encontraba orando para discernir cómo el ministerio World Challenge podría ayudar con la crisis de los refugiados. La gente estaba huyendo de la violenta persecución proveniente de ISIS, y estaban llenando esa área, pero la Organización de las Naciones Unidas no estaba presente para proporcionar ningún tipo de orden. La necesidad era muy abrumadora y gente desesperada llegaba con nada más que la ropa que traían puesta. Yo hable con un jovencito que había visto a sus padres morir cuando había explotado una mina escondida puesta por ISIS. Yo no podía ni siquiera imaginarme todo el trauma por el que había pasado ese jovencito.

En el vuelo de regreso a casa venia orando, “Señor, podría el ministerio World Challenge suministrar ayuda aquí?” Inmediatamente sentí una santa convicción surgiendo en mí, diciendo, “Por qué estas orando por esto? Tu sabes cómo ayudar!” Y allí me di cuenta “Por supuesto que Word Challenge  tiene que estar aquí. Tenemos la esperanza del evangelio, y vamos a orar en los recursos de Dios para poder ayudar.  Este siempre fue el ADN del ministerio. ¿Alimentar a los hambrientos?  ¿Traer consuelo a los que sufren? ¿Hacer la diferencia en la vida de los huérfanos? ¿Para qué necesitamos orar? ¡Vamos!”

No me tomen a mal, yo creo en la oración para recibir guía. Pero porque somos las ovejas de Dios, y conocemos su voz, hay ciertas cosas que sabemos cómo hacer. Una de ellas es esta: “La religión pura y sin mancha delante de Dios nuestro Padre es ésta: atender a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y conservarse limpio de la corrupción del mundo” (Santiago 1:27).

Podemos también ser mal direccionados si miramos a mercenarios en vez de a Jesús.

“El asalariado no es el pastor, y a él no le pertenecen las ovejas. Cuando ve que el lobo se acerca, abandona las ovejas y huye; entonces el lobo ataca al rebaño y lo dispersa.... Yo soy el buen pastor; conozco a mis ovejas, y ellas me conocen a mí, así como el Padre me conoce a mí y yo lo conozco a él, y doy mi vida por las ovejas” (Juan 10:12, 14-15).

Sinceramente, aun el más dedicado pastor es un asalariado. Es alguien a quien el Buen Pastor le ha confiado una responsabilidad, un trabajador aprobado contratado para cuidar a las ovejas. Algunas veces, aunque sea un siervo de confianza, no es rival para un lobo hambriento (al menos que sea un siervo valiente equipado sobrenaturalmente como David!).

El punto aquí es que aun el mejor pastor podría fallar en ciertos momentos. Después de todo, es solo un humano. Y él no conoce el camino como el Buen Pastor lo hace. No me malinterprete: la mayoría de nosotros necesitamos el consejo piadoso de un pastor fiel. En ciertos momentos quizás necesitamos consejo y sabiduría de un consejero profesional. Y la escritura nos dice que hay sabiduría en la multitud de consejeros, incluso nuestros devotos amigos cristianos. La diferencia con Jesús, es que el siempre estará allí para ti: “Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas” (Juan 10:11). Él nunca te falla, nunca te deja, y siempre tiene lo mejor para ti en mente.

Todos conocemos la famosa escena en los evangelios cuando Jesús dio vuelta las mesas de los cambistas en el templo. Este fue un acto literal pero también simbólico. Jesús estaba anulando un sistema religioso inferior, declarando en efecto, “Ustedes los líderes se supone que están para ser los pastores del pueblo. Pero en lugar de ello ustedes les venden los sacrificios, en vez de hacer verdaderos sacrificios para el Padre. Estoy anulando y dando vuelta su sistema. Yo soy el Buen Pastor que da su vida por sus ovejas. Y yo, fielmente voy a guiarlos a los buenos pastos que van a bendecir y mantener sus vidas.”

Si quieres dirección y guía verdadera en tu vida, aprende a conocer la voz del Buen Pastor. Podría o no venir a ti en voz audible, pero siempre va a venir a través de la Palabra escrita. ¿Necesitas dirección en tu vida? Él tiene estas palabras para tu vida: “Sígueme a Mí.” Mantén tu mirada en JESUS. Enfócate en lo que dice su Palabra y obedécele. Seguir y obedecer su voz es la mejor manera de encontrarte en el altar frente a la pareja perfecta para ti. A Él le pertenecen los verdes pastos—y tú puedes confiar en EL, que ¡Él te guía hacia su promesa de una vida rica y satisfactoria!